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Remedios Varo, su obra tiene algo de novelesco, cada pintura parece contarnos una historia imbuida de fantasía y misterio

Detalle de la huida de Remedios Varo
Remedios Varo

María Fernanda Leaño

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Cada que visito el MoMA, uno de mis museos favoritos en Nueva York, mi salón preferido es el surrealista. Me encanta encontrar a Remedios Varo, ahí con su misticismo, simbolismo y obra, la cual contiene todo un libro y una historia al contemplar cada detalle e imágenes por aquí y por allá, algunas diminutas, pero con mensajes codificados sólo para quienes podemos leer su lenguaje.

Gran lectora del sicoanálisis y de la alquimia, su obra fluye entre estos tintes oníricos, novelescos y mágicos, que engalán la pintura de seres místicos, de gatos, aves, bosques y juglares. Su obra tiene algo de novelesco, cada pintura parece contarnos una historia imbuida de fantasía y misterio. Remedios Varo; su nombre original completo es María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga, nacida el 16 de diciembre de 1908 en Anglès, Girona, España, y fallecida el 8 de octubre de 1963, en la Ciudad de México, fue una artista hispano-mexicana que interpretó un papel integral en el movimiento surrealista basado en la CDMX. Es conocida por sus enigmáticas pinturas de seres andróginos dedicados a las artes mágicas o al ocultismo.

Varo se crió en una familia bien educada y de renombre. Su padre, ingeniero hidráulico, le enseñó dibujo técnico cuando era joven. Su trabajo requería viajes frecuentes, y la familia viajó por España y el norte de África antes de establecerse en Madrid en 1917. Ahí asistió a la escuela católica y luego estudió arte en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, graduándose en 1930 con un  grado para enseñar dibujo. A mediados de la década de 1930, mientras vivía en Barcelona, Varo comenzó a involucrarse en el surrealismo y se unió al grupo de artistas de vanguardia Logicofobista. En 1936 conoció al poeta surrealista Benjamin Péret, con quien huyó de España a París y con quien se casó en 1937. Pronto fueron absorbidos por las actividades del movimiento surrealista allí, y Varo expuso con el grupo y publicó dibujos en publicaciones surrealistas.

A fines de 1941, la pareja huyó nuevamente, esta vez a México para escapar de la Francia ocupada por los nazis. En la Ciudad de México conectaron con los bohemios locales, como el escritor Octavio Paz, así como con otros artistas y escritores exiliados, entre ellos Wolfgang Paalen, Gordon Onslow Ford y Leonora Carrington, quien se convirtió en la amiga más cercana de Varo. Las primeras actividades de Varo en la CDMX fueron el arte comercial, el diseño de interiores y vestuario, y la restauración de cerámica precolombina. Comenzó a dedicarse por completo a la pintura recién en 1953, momento en el que se separó de Péret y se involucró sentimentalmente con el empresario austriaco Walter Gruen, quien apoyó su actividad pictórica. En gran parte, sus pinturas están pobladas de extraños humanos enfrascados en actividades místicas y alquímicas en atmósferas oníricas. Sus composiciones también incluyen elementos arquitectónicos que hacen referencia directa al arte medieval. Su arte místico contaba con la esperanza de inspirar el aprendizaje y promover un mejor equilibrio individual en un universo interconectado. Tuvo una primera exposición individual bien recibida en la Ciudad de México en 1956 y continuó exhibiendo a partir de entonces. Varo creó la mayor parte de su trabajo en los últimos 10 años de su vida.

Varo se rodeó de un grupo de mujeres afines (con Leonora Carrington y Kati Horna) también interesadas en la alquimia y el ocultismo. Juntas, estas mujeres, a las que a veces se les hace referencia como 'las tres brujas', pusieron toda su atención en lograr una vida espiritual superior, reconociendo que ese poder divino a su vez se transmutaría más ampliamente en todo el cosmos. Algo así como la psicomagia de Jodorowsky de hoy en día, pero ya curados de espantos en eso de llamar “brujas” a las mujeres interesadas en el misticismo, utilizándolo en su arte, tema que está de moda en la actualidad y que se puede contemplar de una manera u otra en el surrealismo en general.

Cada obra completada por Varo demuestra una profunda habilidad técnica y una visión extraordinaria de la naturaleza humana. Por lo tanto, tales dibujos, obras y retratos, por extraños que sean, nos ayudan a comunicar lo que de otro modo serían ideas indecibles. Eran sensibles a una conciencia especialmente femenina-ancestral-evolutiva-compartida y aquél trio de damas se sentían decididas a liberar a las mujeres de las jerarquías patriarcales represivas, a menudo ilustradas en la obra de Varo con motivos repetidos de la jaula y la torre. 

Varo murió a los 54 años. Su muerte de un infarto en 1963 ocurrió cuando estaba alcanzando un importante renombre.

 

María Fernanda Leaño