Sociales

Compras con causa

¿Cómo surge la idea de este proyecto?


Hace cinco años organicé la venta de mi ropa en Antara, después con Frattina hicimos algo más formal, hora, aunque esto no tiene nada que ver con lo demás, quiero que se vuelva anual: tener la venta con Frattina en octubre, que es el mes del cáncer, y este bazar en mayo.


¿Qué vamos a encontrar este año durante la venta?


Tenemos 50 expositores, que son los que nos caben en el lugar donde la vamos a organizar. Productos como flats para niñas, joyería, ropa para niños, accesorios, delantales muy creativos. Son cosas que no encuentras en los centros y tiendas comerciales. También estás ayudando al empresario que desde su casa o pequeña oficina está trabajando y tratando de ganar y tener una economía. Este año entró una cooperativa de productos naturales de Mazunte, que son amigables con el medio ambiente; hay un poco de todo. También tenemos una cooperativa de zacatecas de productos gastronómicos. Yo de eso compré bastante el año pasado.


¿Qué proyectos estás apoyando actualmente mediante la fundación?


El sector de los jóvenes estaba muy descuidado, sobre todo el cáncer de testículo, el más común entre ellos. Abrimos un programa donde hemos atendido a 200 jóvenes. Tenemos un centro de atención telefónica de consulta con una sicóloga donde canalizamos a fundaciones o a centros de salud y brindamos apoyo e información a pacientes con cáncer. Hemos ayudado a 800 niños en sus tratamientos en todo el país, apoyamos con transportación y despensa a gente que no tiene recursos. En un futuro me encantaría tener un número 01 800.

 

¿Siempre has hecho filantropía?


Desde chiquita. Cuando tenía 14 años pasaba por una vecindad como atajo para llegar a la escuela, y me hice amiga de una señora que cosía. Me di cuenta que los niños jugaban descalzos y cuando pregunté por qué, me dijeron que porque no tenían zapatos, así que fui con el dueño de una zapatería y me dijo que si yo ponía una parte, él ponía lo demás, así que comencé a vender pasteles que hacía con mis hermanas y que vendíamos en casa de mi abuelita. Juntamos suficiente dinero para 32 pares. Durante la universidad en Estados Unidos también me metía a todas las beneficencias posibles y cuando viví en España participaba en un programa de lectura para invidentes.

 

 

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Emanuel Rodríguez

Estudió Comunicación en la Ibero y tiene gustos culposos derivados de la moda.

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¿Cómo surge la idea de este proyecto?

Hace cinco años organicé la venta de mi ropa en Antara, después con Frattina hicimos algo más formal, hora, aunque esto no tiene nada que ver con lo demás, quiero que se vuelva anual: tener la venta con Frattina en octubre, que es el mes del cáncer, y este bazar en mayo.

¿Qué vamos a encontrar este año durante la venta?

Tenemos 50 expositores, que son los que nos caben en el lugar donde la vamos a organizar. Productos como flats para niñas, joyería, ropa para niños, accesorios, delantales muy creativos. Son cosas que no encuentras en los centros y tiendas comerciales. También estás ayudando al empresario que desde su casa o pequeña oficina está trabajando y tratando de ganar y tener una economía. Este año entró una cooperativa de productos naturales de Mazunte, que son amigables con el medio ambiente; hay un poco de todo. También tenemos una cooperativa de zacatecas de productos gastronómicos. Yo de eso compré bastante el año pasado.

¿Qué proyectos estás apoyando actualmente mediante la fundación?

El sector de los jóvenes estaba muy descuidado, sobre todo el cáncer de testículo, el más común entre ellos. Abrimos un programa donde hemos atendido a 200 jóvenes. Tenemos un centro de atención telefónica de consulta con una sicóloga donde canalizamos a fundaciones o a centros de salud y brindamos apoyo e información a pacientes con cáncer. Hemos ayudado a 800 niños en sus tratamientos en todo el país, apoyamos con transportación y despensa a gente que no tiene recursos. En un futuro me encantaría tener un número 01 800.

 

¿Siempre has hecho filantropía?

Desde chiquita. Cuando tenía 14 años pasaba por una vecindad como atajo para llegar a la escuela, y me hice amiga de una señora que cosía. Me di cuenta que los niños jugaban descalzos y cuando pregunté por qué, me dijeron que porque no tenían zapatos, así que fui con el dueño de una zapatería y me dijo que si yo ponía una parte, él ponía lo demás, así que comencé a vender pasteles que hacía con mis hermanas y que vendíamos en casa de mi abuelita. Juntamos suficiente dinero para 32 pares. Durante la universidad en Estados Unidos también me metía a todas las beneficencias posibles y cuando viví en España participaba en un programa de lectura para invidentes.

 

 

 

 

¿La pasión por ayudar te la inculcó tu familia?

Mi abuela era generosa con su tiempo, pero no entendía por qué donaba toda mi ropa a gente que no conocía. Mi mamá es muy generosa, siempre sacaba cosas y las regalaba a toda la gente que nos ayudaba en la casa, también estaba involucrada con un grupo de ancianos y daba despensas. Pero de chica fue simplemente observar panoramas, no me lo inculcó nadie en específico.

¿Qué es lo que más disfrutas de este proyecto?

Las familias que asisten al bazar, verlos contentos y felices. Me pregunto si se darán cuenta la diferencia que hacen a un niño con cáncer con ese momento y esa compra.

 

Lugar: Salón 777.

Dirección: Boulevard de la Luz 777, Jardines del Pedregal.

Fechas: 15, 16 y 17 de mayo.

Horario: 11:00 a 20:00 hrs.

Servicios: Valet Parking, área de comida y guardería