Sociales

Al pueblo: pan y circo = los fanáticos y los famosos

Collage intervenido con imágenes neón de fotos de un hombre cantando en un concierto, una mujer poniendose una foto en la cara,
María Fernanda Leaño

María Fernanda Leaño

Publicado el:

“Pan y circo” (o pan y juegos; del latín: panem et circenses) es una frase metonímica que se refiere al apaciguamiento superficial. Se atribuye a Juvenal, un poeta romano activo a finales del siglo I y principios del II d. C. y se usa comúnmente en contextos culturales, particularmente políticos. En un entorno político, la frase significa generar aprobación pública, no por la excelencia en el servicio público o la política pública, sino por diversión, distracción o por satisfacer los requisitos más inmediatos o básicos de una población, ofreciendo un paliativo: para ejemplo, comida (pan) o entretenimiento (circo).

Juvenal, quien acuñó la frase, la usó para condenar el “egoísmo” de la gente común y su descuido de preocupaciones más amplias. La frase implica la erosión o la ignorancia de una población del deber cívico como una prioridad. En las épocas de los reyes, emperadores y demás, la manera más común para brindar diversión al pueblo eran los teatros, los circos, la música, lo fueron los coliseos en su momento en Roma, y hoy en día se llenan los estadios hasta reventar para ver un concierto, partidos de soccer y otros deportes.

La Fórmula 1 es para la élite, más todo mundo busca acceso, y la gente que llega a estar en algún tipo de cima “artística” se convierte en un “dios” para las masas, gente común y corriente crea clubs de fans, gritan al ver a su “celebridad” favorita, algunos hasta se desmayan.

Y bueno, cabe agregar aunque sea más que lógico, la persona “famosa” en cuestión, se la cree y se dice a sí mismo,  PERO SIGO SIENDO EL REY… (tono musical: tan, tan). Los romanos, con su coliseo y gladiadores, celebraban juegos pagados por el emperador, los juegos se usaban para mantener entretenidos y ocupados a los pobres y desempleados. El emperador esperaba distraer a las masas de su pobreza con la esperanza de que no se rebelaran. The game eat the player y esta práctica se volvió un éxito, y la gente de todos los estratos sociales asistía, extasiada al contemplar dicho espectáculo, feliz de poner su mente en blanco y disfrutar el show.

Hoy en día, en la manera en que el consumismo ha llegado hasta el tope, las redes se han llenado de catálogos en Insta, así como videos en YouTube y TikTok con personas aspirando a ser descubiertos y así llegar a la anhelada  “fama”, la mercadotecnia vende esta palabra como si fuera la felicidad absoluta.

Encuentro por las calles a mujeres idénticas a Kim Kardashian, mismas extensiones, implantes, outfit, labios, todo, literal: son copias infinitas. Y así como vemos a estas celebridades día arriba, después en unos años llega alguien más, y pum, esa persona se convierte en the next best thing y todos se olvidan de su exidolo. Así comienza el principio del fin de la caída de la rueda de la fortuna de aquella “estrella inalcanzable”.

Otras celebridades heredan la “fama” de generación en generación, típico que el padre, madre o el abuelo, quien comenzó de cero y tuvo la fortuna de ser uno en un millón entre los aspirantes a la “fama” y se continúa un legado entre sus descendientes, para… hacer lo mismo, “entretener”, quizá sin el mismo talento, pero con el mismo apellido. Y así, sigue en la actualidad el público “fanático”, buscando entretenimiento, para olvidar la realidad, la sangre, las guerras, y las trampas del sistema para convertirnos en máquinas que producen dinero y consumen más de la que tienen.

Y las “estrellas inalcanzables” brindan una esperanza de que quizá algún día tú serás ese uno en un “millón” descubierto, elogiado por el “público” lleno de aplausos y de gloria. Aquél que se dedica a entretenernos, como un mago en un cumpleaños de niños, cuando saca al conejo del sombrero.

Pero, yo me pregunto: “¿Qué es un fan y por qué tiene la necesidad tan amplía de inflar el ego de otro ser “humano” y convertirlo en un “dios”?, ya con la explicación, quizá muy cruda de Juvenal, queda clara la manera en que fue creado el entretenimiento en nuestro consciente colectivo. Pero ya caímos en un oasis sin fin, al artista (meramente producto de mercadotecnia) le pagan por cantarnos, nosotros pagamos por verlo, pagamos por una canción en iTunes, la pregunta entonces es: ¿El que paga manda? o ¿pagas porque te alquilen?, será que el circo se volvió tan real que ya pedimos fotos y autógrafos a los malabaristas?

Antes, cuando el show era malo, tiraban tomates podridos al actor. Ahora con que tenga un buen publicista, le caen brassieres y rosas, llueven paparazzi y portadas de revistas, con una cara o cuerpo bonito la armas aunque te editen la voz. O alguien le pega bien a una pelota y se convierte en “idolazzzooo”. Siendo honestos, México es el país de la telenovela en todos los aspectos, hasta la política parece a veces La Rosa de Guadalupe.

Las distracciones políticas no tienen fin, a nivel mundial, federal, municipal, y mini y macro cosmos… pura aspiración para el público, para sentirse parte de la vida de su “ídolo”. Y dejándonos de sarcasmo, admiro (mas no soy fanática) a personas con talentos extraordinarios en las bellas artes (los cuales son pocos en realidad), y además no tienen complejos de superioridad ni andan haciendo escándalos publicitarios. El fanático quiere ser como el famoso. Y mientras tanto, la tecnología mata la moneda, un virus mundial frena la convivencia humana, termina una guerra para comenzar una más terrorífica.

Pero los boletos en reventa para el concierto se venden como pan caliente. Las mujeres se promocionan en tanga en Instagram y los chavitos cantan en TikTock para que los descubra Kanye West. Yo sé de lo que hablo, conozco gente extraordinariamente exitosa, los cuales marcan la diferencia entre “fama y prestigio”, la segunda es un respeto y admiración, la primera es marketing, también conozco personalmente a bastantes “celebridades” y se nota que no son felices, rodeados de gente falsa AKA “groupies” y se creen el emperador, sin saber que el emperador creó el juego del entretenimiento como distracción política, la cual nos lo heredaron hasta hoy en día.

Yo creo que si en los años 90 el chupacabras hubiera dado la cara, y en ese entonces hubiéramos tenido un iPhone a la mano, no se libraría de las selfies y los videos virales. Bueno eso de que el chupacabras era una distracción política. Solo él. Jajaja. Lo demás es tan real como la rola que traes todo el día en tu coche, la de El Rey. Nos gusta cómo trabaja tal actor, tal cantante, tal deportista. Aplausos y sigue con tu vida. El admirador no ve el panorama amplio, entretenimiento y punto. Y fan me suena a short versión de fanático. (Tú híncatele a Dios únicamente). 

La Malinche