Perfiles

El perfil de Olga Sánchez Cordero (parte I)

Una mujer de leyes, familia y arte
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La bienvenida a este lugar la dan risas de dos niñas, quienes corren de un lado a otro como parte de sus juegos. La sobriedad del espacio contrasta con la vitalidad de las pequeñas, dos de los siete nietos de Olga Sánchez Cordero, quienes así ponen el toque divertido a la casa y al mismo tiempo demuestran la etapa de abuela que vive actualmente la jueza.

“Este es mi hogar, donde todos convivimos como familia y recibimos a nuestros invitados, es mi familia la que permanentemente entra y sale. Vivo aquí con mi esposo, Eduardo (García Villegas), tenemos tres hijos, casados, y a su vez con hijos”, explica Olga, quien lleva en este hogar, al Poniente de la ciudad, cerca de 15 años. Anteriormente residía en el Pedregal de San Ángel y allí estudió en el Colegio Francés del Pedregal, donde luego dio clases.

 

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-El comedor es uno de sus espacios favoritos-

Cuando llegó a vivir aquí algunos de los elementos que ya estaban eran los muebles, hechos al estilo de la casa y trabajados por artesanos durante varios años. La chimenea tiene la misma talla que las mesas y los plafones el mismo terminado que algunos de los muebles.

 

A la izquierda del recibidor, tras la escalera que conduce a las recámaras, un vitral permite el paso de la luz, mientras que a la derecha se encuentra la sala, que con sus sillones y amplia vista al jardín –muy bien podado-, se convierte en el lugar idóneo para recibir a los invitados y que se relajen.

Otro de los elementos que destacan son las obras de arte, algo que ella lleva en la sangre: su bisabuelo fue Juan Cordero, pintor mexicano del siglo XIX y del que enseña con orgullo un libro que contiene su obra. Además de pinturas de él, tiene cuadros de Ahuatzi, reconocido artista tlaxcalteca.

 

“En esta casa se respira arte, es la expresión más sublime que puede tener el ser humano, las personas que no logramos esos dones de la naturaleza cuando menos aspiramos a entender y apreciar la creación artística”, expresa Olga, quien junto a su esposo ha coleccionado obras por más de 40 años.

 

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-Cuando llegaron a vivir aquí ella y su esposo respetaron el estilo que ya existía, sólo hubo algunas remodelaciones-

Aunque no artista, sí tiene planeado dedicarse a escribir una vez que termine su periodo y se retire, el 30 de noviembre de 2015. ¿El tema del libro? Sus memorias en el trabajo, los casos más importantes, las razones que la llevaron a inclinarse por una decisión u otra; una revisión de su vida y de ésta ligada a la historia de 21 años de la Corte.

Un trabajo demandante

Olga llega a la Suprema Corte a las 8 de la mañana, allí a veces tiene desayunos. Posteriormente se reúne con algunos de sus colaboradores, abogados especializados y capacitados, para ver los asuntos del día. Lleva comentarios de los estudios del día anterior y los analizan.

 

Alrededor de las 10:30 de la mañana baja a la sesión del tribunal pleno, que normalmente empieza a las 11 y se extiende hasta poco después de las dos de la tarde. A esa hora sigue atendiendo ciertas audiencias y ve a los colaboradores para otros asuntos.

Ya en la tarde, en casa y luego de comer, revisa el trabajo del día siguiente. Cuando tiene un asunto especialmente complicado vuelve a leer el proyecto de resolución preparado por sus colaboradores, medita diferentes aspectos y el impacto desde el punto de vista jurídico que puede llegar a tener la resolución, que a veces llega a ser nacional.

 

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-La sensación de amplitud se percibe en los diferentes espacios, tal y como en este salón más privado-

Junto a los ministros de la Suprema Corte ha analizado temas tan variados y fundamentales para la vida del país como el petróleo, la energía eléctrica; las atribuciones de la Cofetel (Comisión Federal de Telecomunicaciones), y de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofeco); la píldora del día siguiente e incluso el Presupuesto de Egresos de la Federación, a propósito de la controversia constitucional que al respecto interpuso Vicente Fox en su periodo como Presidente.

Ante todas estas horas dedicadas a esos asuntos, la vida familiar se plantea como un reto. “Siempre hay tiempo para todo, si te lo quieres dar. Mucho depende de la voluntad y la actitud que tengas hacia los tuyos, tu vida misma y el trabajo. Sí es difícil distribuirlo porque los tres aspectos son muy demandantes. Mi esposo y yo, durante estos 44 años que llevamos casados, decidimos que más valía la calidad de tiempo que podíamos dar a nuestros hijos, que la cantidad. La calidad que les dimos fue muy íntima, intensa, rica”.

 

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-"Cuando me retiré (en 2015) planeo dedicarme a cuidar nietos, disfrutar mi familia, descansar, leer muchísimo y escribir"-

Ahora vive una etapa diferente. “Siendo abuela me ha cambiado la vida totalmente. No tienes la responsabilidad de educar, eso les toca a los papás, tú consientes. Leí el libro de Catón (Armando Fuentes Aguirre) sobre los abuelos, y significó mucho para mí porque es absolutamente cierto, y si te puedes ahorrar a los hijos y llegar a los nietos… (risas) ¡es broma, es broma!”, declara orgullosa de este momento.

Los nietos han entendido que su abuela no es cualquier abuela, que tiene responsabilidades muy importantes, y de ahí que la respeten cuando estudia en la biblioteca, aunque a veces pasan por allí para darle cariñitos.

 

 

 

Visión de género

De los once ministros de la Suprema Corte sólo dos son mujeres. Ella fue la única por diez años, de 1995 a 2005. Y más que motivo de orgullo, considera que es necesaria la presencia de más mujeres en diferentes ámbitos de la vida social de un país. Aclara que en materia de juzgamiento es muy diferente hacerlo con ojos de mujer que hacerlo como un juzgador frío y objetivo. En el trabajo junto a los otros ministros ha logrado cambiar jurisprudencias de la Corte muy discriminatorias de la mujer.

“Por ejemplo, en una tesis de anteriores épocas, se establecía que no había violación entre cónyuges, cuando en muchas ocasiones la peor de las violencias, y sobre todo violencia sexual, se da dentro del propio matrimonio. Era una concepción patrimonialista de la mujer (pensar que) casi casi es mi propiedad, mi posesión, y puedo hacer con ella lo que con un mueble o un animal. No, esta concepción se termina radicalmente y se debe mucho a una perspectiva distinta”, enfatiza la jueza.

 

Para ella no se trata de darle siempre la razón a la parte femenina, sino de tomar en consideración circunstancias de sometimiento ancestrales en las que las mujeres han vivido.

 

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-Aquí Sánchez Cordero pasa la mayor parte de su tiempo-

A su vez esta visión de género ha abierto el camino para que se tomen en cuenta circunstancias en los casos de personas pertenecientes a otros grupos.

 

Los define como métodos de juzgamiento diferenciados “en los que se tiene un gran respeto por los derechos humanos, pero sobre todo por aquellos derechos de los grupos más vulnerables. La ley es la ley, pero tiene que interpretarse hoy en día de acuerdo a los derechos humanos de todos los individuos”.

Sánchez Cordero no sólo ha destacado por este impulso hacia una nueva forma de impartir justicia, sino también por su apoyo a temas como la despenalización del aborto –considera que la mujer no debe ser privada de su libertad por haber tomado una decisión tan difícil- y el matrimonio entre personas del mismo sexo, entre otros.

 

De ahí que se le ubique en el ala liberal de la Suprema Corte. “Sostengo estos temas por un respeto irrestricto al otro, a quienes no son como yo, a quienes tienen otra manera de ser y de ver la vida. Esto me ha llevado a defender y proteger sus derechos fundamentales”, complementa.