Rodrigo Noriega

A sus 23 años, este diseñador de mobiliario, egresado de la universidad CENTRO, crea arte objeto merecedor de premios y reconocimientos.

¿Cómo empatas el diseño con el arte?

Abrí un despacho en el que tengo a mi cargo la consultoría de varias marcas, pero hago muchas colaboraciones, además de piezas de arte. Existe una línea muy delgada que puedes brincar al ser diseñador.

Cuando la cruzas hay algo que se llama arte objeto, que es cuando el arte se vuelve funcional. Ahí un diseñador entra y hace todo lo que quiera.

¿Qué te inspira?

Estoy en una etapa de observación diaria, de experimentación con nuevos materiales, procesos y retos. Salir de lo común, de lo que está pasando. Observo la naturaleza para descubrir formas y texturas.

Uno de tus recientes proyectos es el de un diseño para rescatar arrecifes, ¿cómo nace esa preocupación por la naturaleza?

Es ética personal. Ahora el oro es verde, todo mundo quiere hacer diseño ecológico, pero si lo haces no necesitas andar diciéndolo. Sé que no voy a salvar el mundo, pero puedo intentarlo.

Al compartir estas ideas, te conviertes en un agente de cambio porque influyes en la gente.

¿Qué se siente?

Ya me pasó, el día de la presentación de mi proyecto dos diseñadores se acercaron y me dijeron que había que hacer más cosas de este tipo, por lo menos sé que ya sembré algo en dos personas. Es una responsabilidad muy fuerte, ya no puedo decir cualquier cosa.

¿Siempre supiste que querías diseñar?

Desde la prepa diseñaba playeras. Siempre he estado muy ligado a la creatividad pero, como a todos, me entró la duda existencial de dónde trabajaría.

Mi papá es abogado de la Libre, y como dicta la tradición hice el examen de admisión y me aceptaron. Tenía tres folders con cartas, uno de la Libre, de Centro, y de otra universidad. Ahí mismo tomé la decisión de vivir toda mi vida de lo que me apasiona, y eso es el diseño.