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#RADAR CODOGNATO

La joyería siempre ha despertado emociones ocultas en las mujeres, y en los hombres que la compramos

Rafael Micha

Rafael Micha M Sc. es Socio Fundador y Director en GRUPO HABITA, experto en relaciones públicas, marketing y VIPs. Conocedor y amante del arte.

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Además de todo el hype alrededor de la última edición de París Fashion Week que incluyó la ópera prima de Virgil Abloh y su colaboración con Louis Vuitton, su expo/instalación al alimón Technicolor 2 con Takashi Murakami en Gagosian, y los “peekabos” de diseñadores todos y colecciones varias como la de Kim Jones para Dior, una de las verdaderas sorpresas de la temporada la presentó Cartier.

Así, comme il faut se anunció Coloratura: su nueva colección de joyas. Coloratura es “explosivamente colorida, una celebración de la diversidad creativa, pues explora las conexiones entre tradiciones de diferentes culturas y generaciones”.

Aquí “los colores se combinan y los horizontes se encuentran”. Son gemas que incluyen toda la gama de arcoíris: ópalos y brillantes como en el collar Matsuri, aderezado con turmalinas, ónix, diamantes et al. O esmeraldas en el collar Yoshino, que se combinan con zafiros rosas, diamantes y más, más, más.

Y entonces podría continuar este #RADAR con: “su cuello brillaba de manera inquietante para mí desde el otro lado de la mesa” y totalmente descontroló mi #RADAR”. Pero sería demasiado cursi y ninguna justicia le haría a las insólitas piezas de haute joaillerie de la colección Coloratura de Cartier como Chromophonia o Kanaga.

No sólo los nombres son extraordinarios, sino como de toda la vida que he sido un fan de las creaciones de la casa parisina me apantalló la finura, la impecable factura y su sorprendente diseño. “París bien vale una misa” y esta colección seguramente se convertirá en la favorita de fashionistas, insiders y “ladies who lunch” de nuestro país, aquí, allá y acullá.

La joyería siempre ha despertado emociones ocultas en las mujeres y en los hombres que la compramos, y justo hoy por hoy nos encontramos en un momento importantísimo para ver varias propuestas provenientes de diferentes partes del mundo.

En poco tiempo todas y cada una de las piezas se convertirán en obras de museo y seguramente estarán incluidas en exposiciones futuras de la Maison como la muestra de Cartier organizada hace un par de años en el Gran Palais, que visitarla fue como un suculento viaje de un niño a una dulcería, o a mi repostero favorito de por allá en la Place de Saint Sulplice Pierre Hermé y degustar su extravagante deux mille feuilles.

En aquella ocasión con gran acierto, excelente museografía y extravagancia, se presentaron las piezas más reconocidas de toda una trayectoria inmaculada. Desde los diseños elaborados para la duquesa de Windsor que recuperaron en subasta hace un par de décadas, hasta las creaciones para la realeza y aristocracia internacional donde queda claro que Cartier es único. Panteras insignes, extravagantes flamingos y los cocodrilos over-the-board (de nuestra María) demostraron el talento de Cartier y la exitosa relación con sus patronos y coleccionistas.

En un total cambio de paradigma de su ADN y menú genético Coloratura será, sin lugar a dudas, un hito. Y ya que estamos “paseando” del otro lado del Atlántico hay que visitar Codognato, en Venecia. La primera vez que descubrí su existencia fue en la suntuosa revista italiana FMR. Allí, hablaba el verdadero descubridor del lujo a nivel internacional Franco Maria Ricci, de la inmaculada trayectoria de la casa veneciana que nunca ha tenido o diseñado una “campaña de medios”, una “estrategia de comunicación”, y por supuesto que jamás le ha prestado alguna de sus insignes piezas a las estrellas de Hollywood para un red carpet.

Codognato es una casa que se caracteriza por su bajo perfil, pero al mismo tiempo propone extravagantes creaciones, lejanas del minimalismo, y del “less is more” y defiende perfectamente la máxima de “nothing suceeds like excess”. Sus primeros clientes fueron los piratas venecianos, personajes idóneos de las obras de William Shakespeare como Othello y El Mercader de Venecia, y para ellos creó en ataño el famosísimo e icónico símbolo que ahora comercializa hasta Disney.

Además es mejor conocido en el mundo del “super lujo” con un word of mouth que destaca un certero balance entre el arte, la joyería y el diseño. La combinación de piedras, cortes y colores de op cit hace que sus creaciones sean altamente buscadas por los coleccionistas y las preferidas de las it girls. Sus colores, brillos y afortunadas combinaciones son espectaculares.

El diseño de joyería demuestra que la máxima de Marilyn Monroe sigue siendo relevante: Diamonds are a girls’ best friend!

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