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El día que Salvador Dalí humilló a Jacobo Zabludovsky

En una entrevista muy bizarra el periodista fue incisivo y el pintor perdió la paciencia y elocuencia
El día que Salvador Dalí humilló a Jacobo Zabludovsky/ Fotos Getty Images
El día que Salvador Dalí humilló a Jacobo Zabludovsky/ Fotos Getty Images

Brisa Granados/ Coordinadora digital

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Una de las entrevistas más incómodas y que puso en jaque a Jacobo Zabludovsky fue la que realizó al pintor Salvador Dalí en 1971.

Jacobo Zabludovsky fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores entrevistadores y cronistas de nuestro país: estuvo al frente del noticiero “24 horas” durante 27 años y logró con éxito entrevistar a personajes como El Che Guevara, Gabriel García Márquez, Fidel Castro, María Félix y Cantinflas, por mencionar algunos.

Aunque de repente Jacobo también tenía preguntas un tanto, fuera de lugar, por ejemplo: le cuestionó al Che Guevara cuándo se cortaría la barba y la respuesta fue:

“Estamos aquí luchando contra un ejército sanguinario y bien pertrechado, y lo que a usted le preocupa es que nos rasuremos".

Zabludovsky también fue reconocido por grandes coberturas, como el terremoto de 1985 en México, la muerte de Sir Winston Churchill; transmitió desde el lugar de los atentados en contra de 11 atletas en los Juegos Olímpicos de Múnich, Alemania, entre muchas más.Fue el mentor de muchos y el informador de millones, siguió activo en el mundo periodístico hasta 2013, dos años antes de su muerte, pero como dicta el dicho “hasta el mejor cazador se le escapa la liebre”.

 

 La incómoda entrevista a Salvador Dalí

Entrevistar a Salvador Dalí, un genio loco, con sus sensibilidades y manías, era una tarea difícil, no solo para Jacobo Zabludovsky, sino para cualquiera.

Si a eso le sumános que el artista español no hizo química con el comunicador mexicano, quien además se mostró demasiado insistente en sus cuestionamientos, pues el resultado fue la peor de las entrevistas, una de las experiencias más incómodas para los televidentes del mundo y seguramente un día súper amargo para Zabludovsky.

Jacobo Zabludovsky se trasladó a Portlligat, España, para encontrarse con el artista surrealista y comenzó la entrevista describiendo el hogar de Dalí, hablando de sus juguetes, entre los que destacaban un caracol de fricción, una campana y una esfera de navidad. Desde ahí, ¿por qué tocó con tanta familiaridad los objetos personales del pintor?

El reportero le pidió hacer una prueba de sonido al artista, él comenzó a hablar en un dialecto, a lo que Zabludovsky le pregunta si es francés y Dalí le contestó que catalán.

De repente el pintor comienza a hablar del Ácido desoxirribonucleico (ADN) y Jacobo pregunta:

 ¿Y eso para qué sirve maestro?

Visiblemente molesto Dalí le contesta al mexicano: “Para la inmortalidad, entre otras cosas”.

Cuando Zabludovsky se preguntó acerca del origen de su ingenio, el artista continúa contestado que el Ácido desoxirribonucleico (ADN), a lo que desatinadamente el periodista le pregunta si lo toma. Dalí le comenta que eso no se toma, que es algo con lo que se nace.

Entre la confusión de Zabludovsky y la locura de Dalí, la entrevista se comenzó a tornar incómoda, surrealista y desesperante.

Y si no ya estuviera patas para arriba en esta entrevista, en su desesperación por conseguir una declaración extraordinaria por parte de Salvador Dalí, Jacobo se atrevió a decirle:

 Maestro, algunas personas dicen que usted está loco…

“La única diferencia que existe entre un loco y Dalí es que yo no estoy loco, una diferencia mínima pero muy sustancial”, respondió Dalí.

 

Salvador Dalí se confesó con Zabludovsky como un hombre místico, fanático de las imágenes religiosas, pero carente de fe. Además aseguró que mientras más dinero ganaba más avaro se volvía y que su gran inspiración fue su esposa Gala.

Zabludovsky preguntó a Dalí si se consideraba importante, fue entonces cuanto el pintor explotó, se paró se su silla y le dijo:

“Yo no contesto a eso porque no hay nadie el mundo que no reconozca que tengo una tremenda importancia”

Poco a poco Dalí comenzó a prestarle menos atención, mientras que Zabludovsky insistía en cuestionarlo y hasta le pidió que cantara tangos.

Y lo más surrealista estaba por venir: Jacobo Zabludovsky terminó su reportaje moviendo la boca de un busto que encontró en la casa del pintor y convirtiéndose en ventrílocuo, al mismo tiempo que decía que ya había molestado mucho al artista en su casa.  

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