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Destino de diseño

San Miguel de Allende es espacio ideal para que visionarios puedan echar a volar su imaginación. Conócelos.
San Migue de Allende, destino de diseño.
Fernando Canseco

Felipe Haro Minero y Uriel Trejo

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Por Felipe Haro Minero y Uriel Trejo Fotos Fernando Canseco

 

La conjugación de tradición, talento y estética han hecho de San Miguel de Allende el espacio ideal para que visionarios de distintas ramas puedan echar a volar su imaginación; un caso especial es el de los diseñadores y arquitectos, quienes con su trabajo dejan huella en el lugar y atraen la mirada de propios y extraños. De ahí que iniciativas como #SMADESTINODESIGN, impulsada por el consejo turístico y The Rug Company, busquen proyectar este rincón en el que la inspiración nunca se termina.

Haciendo camino

Lo que comenzó como una opción para vivir, se con­virtió en su espacio de creación. Así fue San Miguel de Allende para Alberto Laposse, una alma creativa que igual gusta de edificar y transformar ambientes como buen arquitecto, que meter sus manos a la masa para preparar un croissant como panadero y pastelero que es.

Corría el año 2000 cuando vendieron el negocio familiar y Alberto decidió tener una casa en el Pueblo Mágico, sin embargo, no era suficiente para él y sus hijos, por lo que una vez que tuvo la oportunidad compró el predio vecino y comenzó un proceso de remodelación con materiales locales y la autorización

Miguel que hizo esta mezcla contemporáneo-tradi­cional”, junto con el lugar llegó el restaurante Áperi y su cocina abierta, que le ha generado varios premios; y una tercera área, una Town House “para que nues­tros huéspedes tengan un pequeño espacio privado y experimenten cómo es vivir SMA en una casa con servicios de hotel”.

Además, “estacionarse es complicado, aunque cada vez hacen más estacionamientos públicos; aún así quise darle a nuestros visitantes la facilidad de dejar su coche en un sitio perfectamente cuidado, pero inquieto, se me ocurrió que no sólo fuera un garage, sino también un espacio para actividades culturales y artísticas, y especialmente para promoción de diseño”, destaca Laposse.

Para Alberto, el rincón guanajuatense se ha conver­tido en un punto focal para las propuestas creativas, en gran parte por la comunidad que se ha formado y el interés de instituciones como el Colegio de Arqui­tectos, “que es muy presente, no solamente cuidando que las construcciones se conserven, sino también haciendo lo más posible para que el urbanismo de la ciudad vaya por buen camino. Es una comunidad para nada celosa entre sí, al contrario, siempre esta­mos viendo por el bien, es una relación muy bonita de ganar-ganar, todos salimos ganando si hacemos bien entre todos las cosas”.

Una ciudad con magia

Un reencuentro fortuito fue el que tuvo la diseña­dora de interiores Claudia Grajales con San Miguel de Allende, hace más de siete años. “Después de mucho tiempo de no venir nos enamoramos. SMA tiene una magia, la ciudad está sobre una placa de cuarzo, entonces eso ha hecho que no nada más yo, mucha gente alrededor del mundo venga, es un lugar que tiene una energía muy particular”, explica.

El vínculo fue tal, que decidió abrir las puertas de Core Home, una tienda en la que se puede encontrar todo lo necesario para reinventar el hogar. “A toda la gente le gusta, es un espacio que te sorprende porque es una entrada muy chica y luego te encuentras con una exposición de arte con artistas de primer nivel y con una curaduría de mobiliario que tampoco te esperas encontrar aquí”.

La experiencia ha sido enriquecedora para Claudia, porque “es un sitio que te recibe, en mi caso soy como muy abierta, hago muchos eventos y siempre invito a toda la comunidad de diseño de aquí y generalmente vienen. A Core y mí nos gusta recibir, compartir, no creo en ‘el no veo, no enseño’, al contrario nos gusta estrechar lazos y hacer comunidad”.

Es por eso que goza de ser parte de este movimiento que convierte a la localidad en un destino de diseño, “la iniciativa del gobierno es increíble porque va de la mano con muchas cosas, están viniendo muchos restaurantes y hoteles, ojalá que todos los que llegamos estemos con una mentalidad de respeto, no de invadir y querer cambiar las cosas, porque sería muy lamentable que quisiéramos transformar la esencia de San Miguel. Si todos nos juntamos creo que se va a volver un lugar más mágico de lo que es”.

Mancuerna creativa

Nació en Ciudad Juárez, pero su desarrollo profesional lo ha tenido en San Miguel de Allende, sitio al que Luis Fabián Flores llegó hace más de 20 años y que se ha convertido en su laboratorio creativo.

Su trabajo, que bien podría clasificarse como pop, es el resultado de las visitas que hacia cuando era pequeño con su papá “al swap meet o flick market a compara fierros viejos, de ahí le agarre el amor a cualquier objeto, por eso a lo que veo le saco algo y hay cosas que no tienen nada que ver con diseño, pero me gustan y les doy la vuelta. Para lograrlo uso mi formación como arquitecto y la buena mano de obra que hay aquí. Cuando llegue a San Miguel no había nada de diseño, ha habido un gran cambio, porque son muy buenos para trabajar y con la guía creativa se crea una mancuerna muy fuerte”.

Con Casa Armida, la compañía de diseño artístico y mobiliario de la que se derivan otros proyectos como la tienda Código Postal Design, han surgido varias piezas que mezclan estilos, materiales y escalas en una paleta de color que va del negro, blanco y dorado hasta una gama de grises. Así como las colaboraciones que realiza con varios artistas plásticos como es el caso de Said Dokins, “nos gusta trabajar con cualquier creativo, también con artesanos”.

Su labor ha ganado relevancia y marcado huella, como el espejo avejentado, que es una de sus patentes. El empuje creativo que tiene Luis le gusta compartir con conocidos y ajenos con el fin de seguir impulsando la propuesta de diseño del destino, al que ha visto transformarse, “me siento orgulloso por todo lo que está pasando y que mi trabajo sirve para impulsarlo; lo increíble es que cada vez se suman más y se pone mejor”, finaliza.

Detalles globales

La suma de la creatividad de Andrew Fisher y Jeffry Weisman, su bagaje cultural recogido de diversos rincones del mundo, las técnicas y materiales locales, más la mística de San Miguel de Allende, han dado como resultado un concepto que es imposible de encontrar en otro lugar del mundo.

Candelabros forrados con papel maché o con sisal de Mérida, así como una mesa hecha de papel amate, son productos, basados en la inspiración de Andrew, pero interpretados por un equipo de artesanos locales, surgidos del contacto de esta pareja de diseñadores con el entorno que encontraron en la localidad gua­najuatense en donde decidieron quedarse a vivir tan pronto como lo conocieron.

“El papel maché puede ser una artesanía mexicana clásica para una máscara o una marioneta, pero esto es una forma diferente de usarlo y es muy refrescante para el ojo norteamericano”, explica Weisman, “San Miguel nos ha mostrado toda una nueva vibra dife­rente, todo aquí está basado en el trabajo artesanal de gente que emplea diferentes materiales y de ma­nera distinta a las que nosotros conocemos en San Francisco o Nueva York”.

Como miembros de la comunidad de diseñadores del pueblo más cosmopolita de Guanajuato, asumen la responsabilidad que implica generar su trabajo de la mano de productores locales y añadirle un distintivo de calidad tanto personal como colectivo.

“Tiene una reputación mágica en los EU por su historia con las artes y las artesanías, cuando le dices que hay una pieza hecha aquí hay una marca instantánea de calidad y estilo”, expone Jeffry, no obstante, añade que “no es diseño mexicano, pero tampoco es americano, todo el trabajo que hacemos aquí está definitivamente inspirado en México, pero somos ciudadanos del mundo, pasamos tanto tiempo viajando que hay un poco de todo”.

Escaparate megadiverso

El diseñador y director de NAMUH Studio, Luis Luna, llegó a San Miguel de Allende en un momento en el que recién comenzaba a configurarse como un polo de desarrollo creativo. El surgimiento de más y diversas opciones de entretenimiento para turistas, brindó oportunidades a los diseñadores y los expuso a un universo ilimitado de potenciales clientes.

“Ya se convirtió en un centro de diseño referente a nivel nacional e internacional. Ha venido gente de todo el mundo a buscar esas piezas únicas que no encuentran en otros lugares”, expone Luis, “inter­nacionalmente hay mucho interés por lo que se está haciendo en México y estamos en un lugar perfecto porque se ha vuelto el boom en todos lados, ha sido una vitrina muy útil”.

La cantidad de creativos que se han basado en la ciudad del Bajío mexicano, ha generado una especie de mosaico multicolor cuyas características son tan disímiles entre sí, que difícilmente se puede considerar una competencia. Por el contrario, Luis considera que cada diseñador ha logrado encontrar su propia veta de inspiración, todos absorbiendo algo de lo que la propia localidad ofrece.

“Lo que San Miguel aporta y que personalmente me ha inspirado mucho es este contraste entre lo antiguo y lo moderno. Se han abierto cosas increíbles que no dejan de lado lo colonial pero se adapta a lo contem­poráneo”, destaca Luna, “esa fusión es increíblemente inspiradora porque ni estamos en un lugar moderno, pero tampoco es totalmente antiguo, esa dualidad ayuda bastante para inspirarnos y seguir creando”.

Y fue justamente en este punto del espacio y tiempo en donde llegó para desarrollar las colecciones de NA­MUH Studio, la rama de diseño del anticuario Cecilio Garza, que están inspiradas en las piezas que traen de diferentes partes del mundo, especialmente Asia, pero que conservan identidad propia, respetan las caracte­rísticas de los materiales en bruto con un estilo minimal.

“Se volvió un diseño local y global al mismo tiempo. Cuando ves que también hay otros diseñadores que vie­nen a establecerse, sabes que aquí hay algo importante sucediendo”, comparte Luna sobre su trabajo, “pertenece por el hecho de haber sido fabricado aquí, pero realmente no tiene características de un diseño mexicano. Al final tenemos que estar globalizados, tanto así que nos ha ido muy bien fuera del país”.

Cuidar la escencia

Respetar el patrimonio histórico y enriquecerlo con nuevas propuestas que se adapten mejor, es la visión con la que Lourdes Fernández trabajó en el interior del Hotel Casa No Name y lo que considera debería ser la norma para intervenir espacios en San Miguel de Allende.

Cuando compró la casa que perteneció a la artista Deborah Turbeville y que mucho antes fue habitada por los Obispos de la Diócesis, quien se dio cuenta de que tenía un tesoro que debía ser conservado como tal. Al interior hay un mural reconocido como patrimonio de la humanidad por la Unesco, acceso al sistema de túneles usado por los religiosos en diferentes épocas, así como mobiliario adquirido por Turbeville, que fue propiedad de Napoleón o de Jacqueline Kennedy.

En resumen, podría decirse que se trata de un hotel de lujo, con tintes de museo, al que además le ha ido agregando detalles contemporáneos, con obra comprada en las ferias de arte nacionales e internacionales, para generar una convivencia con la época actual.

“Esto es México y su historia”, dice Lourdes sobre la población, “mantener esto así como está, es una respon­sabilidad, hay que cuidar la armonía y la identidad del lenguaje de aquí, pero también hay que meter el diálogo con los tiempos que estamos viviendo”.

Y la interiorista reconoce que ese ha sido precisamen­te el atractivo desde hace medio siglo de este destino que es reconocido en todo el mundo. Particularmente los creativos, como ella, han encontrado una fuente inagotable de inspiración.

“San Miguel atrae un cierto tipo de gente culta y educada desde los años cincuenta, porque tiene esa posibilidad de ser semillero de artistas”, dice Fernández.

Diseñadores de interiores como ella, han encontrado verdaderos lienzos sobre los que han creado paraísos inimaginables, detrás de fachadas que son todas iguales.

“Es una ciudad muy avant garde, yo me he preguntado muchas veces justamente qué es lo que atrae a tanta gente, muchos dicen que es porque está sobre cuarzo, esa puede ser una respuesta, pero la otra es que defini­tivamente el pueblo tiene magia”, concluye la creativa.