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Agatha Ruiz de la Prada de visita en México

 


Sin duda, Agatha Ruiz de la Prada es de esas personas que han cambiado el rumbo de la historia, especialmente en la moda, donde su irreverente y colorida creatividad la han llevado a convertirse en una de las diseñadoras más importantes del orbe.

 

La reunión con la madrileña fue en el salón girasoles del Hotel Camino Real Polanco, donde su colorida vestimenta, que combinaba verde y rosa, atrapaba las miradas de los presentes.

 

Me sumé a ella y observé con detenimiento su atuendo, no pude dejar de ver el vibrante rosa de sus medias, que me remitieron al centro chicloso de la paleta Tutsi pop.

 

Con la buena actitud que la caracteriza se puso a jugar con el fotógrafo, mientras admiraba el jardín del hotel, del que por cierto, comentó que es uno de sus favoritos por el color que se maneja en el edificio, creación del recientemente fallecido Ricardo Legorreta. Una actitud teatral se apoderó de Agatha, quien se apoyó en gestos y el movimiento de sus manos para hablar de su vida y proyectos.

 

Cada vez llegas a más países, ¿te gustaría conquistar el mundo con tus diseños?


Sí, sería lo más.

 

¿Tu bandera sería el corazón?


Lo que me doy cuenta de mi trabajo es que a los demás no les molesta el corazón, sino el color, y en eso se basaría mi diseño.

 

¿México te inspiró en algo para la colección que creaste con Cloé?


Todos son colores completamente mexicanos. Lo que pasa es que toda mi vida he trabajado con ellos, porque tengo una gran parte de mexicana en mí.

 

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¿De dónde surge esa parte?


No estoy segura, pienso que fue por el padre de mi abuela que era de Guatemala, en la época en que esa parte perteneció a México. Creo que de ahí puede surgir.

 

¿En algún momento habrá una boutique de Agatha en México?


Ahora mismo toda mi relación es lúdica, de pasión, felicidad, muy amorosa y bonita. Si tuviera una tienda tendría goteras, se me rompería el aire acondicionado y tendría problemas, como pasa en la de Nueva York.

 

Me acuerdo que antes para mí visitar esa ciudad era muy interesante, por poder acudir a museos; y ahora, ir representa resolver más de 50 mil problemas y ya no me atrevo casi a escaparme a un museo, porque la boutique está abierta, ha cambiado completamente mi relación con ella. Lo único que me gusta es cuando duermo ahí, porque me siento parte de ella.

 

 

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Sin duda, Agatha Ruiz de la Prada es de esas personas que han cambiado el rumbo de la historia, especialmente en la moda, donde su irreverente y colorida creatividad la han llevado a convertirse en una de las diseñadoras más importantes del orbe.

 

La reunión con la madrileña fue en el salón girasoles del Hotel Camino Real Polanco, donde su colorida vestimenta, que combinaba verde y rosa, atrapaba las miradas de los presentes.

 

Me sumé a ella y observé con detenimiento su atuendo, no pude dejar de ver el vibrante rosa de sus medias, que me remitieron al centro chicloso de la paleta Tutsi pop.

 

Con la buena actitud que la caracteriza se puso a jugar con el fotógrafo, mientras admiraba el jardín del hotel, del que por cierto, comentó que es uno de sus favoritos por el color que se maneja en el edificio, creación del recientemente fallecido Ricardo Legorreta. Una actitud teatral se apoderó de Agatha, quien se apoyó en gestos y el movimiento de sus manos para hablar de su vida y proyectos.

 

Cada vez llegas a más países, ¿te gustaría conquistar el mundo con tus diseños?

Sí, sería lo más.

 

¿Tu bandera sería el corazón?

Lo que me doy cuenta de mi trabajo es que a los demás no les molesta el corazón, sino el color, y en eso se basaría mi diseño.

 

¿México te inspiró en algo para la colección que creaste con Cloé?

Todos son colores completamente mexicanos. Lo que pasa es que toda mi vida he trabajado con ellos, porque tengo una gran parte de mexicana en mí.

 

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¿De dónde surge esa parte?

No estoy segura, pienso que fue por el padre de mi abuela que era de Guatemala, en la época en que esa parte perteneció a México. Creo que de ahí puede surgir.

 

¿En algún momento habrá una boutique de Agatha en México?

Ahora mismo toda mi relación es lúdica, de pasión, felicidad, muy amorosa y bonita. Si tuviera una tienda tendría goteras, se me rompería el aire acondicionado y tendría problemas, como pasa en la de Nueva York.

 

Me acuerdo que antes para mí visitar esa ciudad era muy interesante, por poder acudir a museos; y ahora, ir representa resolver más de 50 mil problemas y ya no me atrevo casi a escaparme a un museo, porque la boutique está abierta, ha cambiado completamente mi relación con ella. Lo único que me gusta es cuando duermo ahí, porque me siento parte de ella.

 

 

 

De las prendas que existen, ¿cuál le hubiera gustado inventar?

El otro día leí una entrevista de Miuccia Prada en la que decía que siempre iba con falda, yo siempre voy con falda, es que no tengo pantalones, había tenido hace mil años. Encuentro que ésta es el gran invento, aunque hay mujeres que no saben ir con falda.

 

¿Entonces tienes las faldas bien puestas?

Sí, Miuccia Prada también, con la que me parezco en tres cosas: somos diseñadoras, nos gustan las faldas y el arte contemporáneo.

 

¿En el mundo de Agatha Ruiz de la Prada todo es amor y paz?

No creas, que tengo buena uva, porque muchas veces como dicen en España “el que no llora, no mama”, y muchas veces tienes que gritar y chillar para que pasen las cosas.

 

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¿Qué es lo más divertido de diseñar?

Tengo un trabajo muy divertido, es marvilloso porder hacer una escultura en Guadalajara y una colección de bolsos fabricados en México.

 

Mi trabajo es el más bonito del mundo: vestir a una orquesta, diseñar un póster. En pocos días voy a Italia a presentar una colección de chimeneas. Además he hecho puertas blindadas, pinzas de depilar, enchufes, en fin, de todo.