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Entrevista exclusiva con Jordi Mollá

Dirige, escribe y pinta, pero ante todo, este español se considera un actor que utiliza sus habilidades para representar diferentes roles en la vida.


Celoso de su privacidad, considera que una reunión de más de tres personas no es para disfrutar. Religioso y creyente de una fe que lo mantiene en los momentos difíciles y lo alienta en los de éxito. Como cuando participó en la cinta Jamón, Jamón, (1992) del director Bigas Luna, que lo lanzó a la fama al lado de Penélope Cruz y Javier Bardem.

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Dirige, escribe y pinta, pero ante todo, este español se considera un actor que utiliza sus habilidades para representar diferentes roles en la vida.

Celoso de su privacidad, considera que una reunión de más de tres personas no es para disfrutar. Religioso y creyente de una fe que lo mantiene en los momentos difíciles y lo alienta en los de éxito. Como cuando participó en la cinta Jamón, Jamón, (1992) del director Bigas Luna, que lo lanzó a la fama al lado de Penélope Cruz y Javier Bardem.

En esa misma época descubrió otras dos pasiones: la pintura y la escritura. Pero su calidad histriónica, acompañada de unos ojos color gris traslúcido, lo han mantenido más cerca del séptimo arte que de cualquier otro.

Sus cuadros no tienen título, hablan por sí solos, viven y crecen con él. Bien puede intervenirlos después de varios años para darles otro sentido. Así lo hace en su día a día, se reinventa y recicla en la soledad. “La canción de Alejandro Sanz que dice: ‘cuando nadie me ve puedo ser o no ser’, me gusta y me identifico porque para mí la intimidad es muy importante”, asegura.

Así es como Johnny Depp, Miguel Bosé, Vin Diesel o Melanie Griffith, entre otras celebridades con las que ha compartido escena, se han enamorado de sus cuadros. Por supuesto, también de su enigmática personalidad. A continuación, parte de nuestra charla realizada en la terraza del Hotel Habita.

 

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¿Qué te trae a México?

Es mi quinta vez en este país, ya hice dos películas aquí —la más reciente de Fernando Lebrija que se estrena en marzo, I brake for gringos, en Puerto Vallarta—. Ahora vine para presentar en la Gala Global Gift Foundation, donde doné un cuadro. Además decidí hacer una exposición muy privada con coleccionistas.

¿Cuál es la impresión que te da este país?, ¿en qué piensas cuando te dicen que vendrás?

Sol, mi cultura, porque eso es increíble, que yo viva al otro lado del mundo y nos entendamos. Me da una tranquilidad y me siento como en casa, más que si me mandaran a Copenhague, que está cerca de Madrid. Pienso en una energía muy especial que tiene México, pienso en lugares maravillosos.

¿Cómo es tu relación con los mexicanos?

El mexicano me quiere mucho y las películas que he hecho, no sólo las americanas sino las españolas, se han visto aquí. Veo que el mexicano tiene un respeto por el español entonces me siento querido, arropado.

Eso es en tu rol como actor, pero ¿cómo recibieron tu trabajo como pintor?

Muy bien. Yo no soy de aquí, pero digamos que mi nombre atrae cosas, imagino que yo hago una exposición y es noticia. Eso me hace sentir bien.

¿Cómo pasaste del arte de representar personajes al arte de expresarte en un lienzo?

No me di cuenta, pero cuando tenía 23 años empezaron muchas cosas al mismo tiempo. Hice mi primera película con 23, escribí guiones y dirigí mi primer cortometraje con 25, comencé a pintar y escribí mi primer libro con 26. De los 23 a los 27 empecé todo. Lo que pasa es que no me di cuenta, lo hacía porque me gustaba.

¿La vida te llevó más por el camino de la actuación o fue una decisión?

El actor es el que manda. Cuando me preguntan: “¿y tú qué eres?”, yo respondo: “soy actor”. Hay tres cosas para llamarme: actor; actor, pintor y escritor o Jordi Mollà. Aunque hay muchos como yo que pintan, otros que cantan.

 

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¿Pero no todos están tan cerca de las ferias de arte importantes en el mundo como tú?

Los actores que pintan y conozco organizan muestras de arte muy puntuales, si es que las hacen. En mi caso, tardé siete años en realizar mi primera exposición. Había una gran galerista que me animaba, había un gran amigo, Bigas Luna, y me decía: “esto está muy bien, enséñalo”. Pero yo no quería mostrar nada. Poco a poco fui tomando una forma paralela.

Bigas Luna fue un mentor para ti en el ámbito cinematográfico. ¿Existe otra persona que te aliente al momento de pintar o escribir?

Quien me metió este gusanito fue él mismo, porque lo veía pintar y estaba muy feliz cuando lo hacía. Le sentaba muy bien, entonces yo decía: “quiero probar eso”. Él fue quien me enseñó muchas cosas. En el camino me he cruzado con gente que también me ha aportado, pero Bigas Luna fue una especie de padre artístico para mí.

¿Cuál es tu proceso creativo, tienes un lugar u hora del día en que te guste pintar?

Pinto cuando tengo tiempo, pinto cosas muy diferentes, me adapto mucho a donde voy, qué tamaño van a tener los cuadros. Tengo un amigo mexicano que me deja pintar en un parque o me deja pintar en la terraza de su casa, porque a veces hay cuadros que no caben en la habitación de un hotel.

 

Y ahí pienso “cuidado no le vayas a manchar la terraza de su casa”. Entonces son cosas muy simples y muy banales que determinan la obra que voy a hacer. Si estoy en mi estudio en Madrid puedo crear otras, todo me afecta. Por ejemplo, descubrí los colores de una forma diferente cuando empecé a vivir en Estados Unidos, porque la luz de Los Ángeles es muy fuerte, como aquí. La gente se viste con más colores.

 

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“Una vez robaron un cuadro mío de una mansión en Los Ángeles y me pareció una noticia maravillosa, porque quiere decir que si alguien lo hace es porque le puso bien el ojo y lo quería”.

¿Qué tan importante es el color en tus obras?

No tanto, a veces da una riqueza. Si alguien me dice de un cuadro: “me gustan los colores”, me dan ganas de tirarlo por la ventana. Y pienso que es un desastre o que esa persona no tiene idea.

¿Entonces qué esperas que el público vea en tus creaciones?

Una vez vino una persona que sabe bastante, vio un cuadro mío y dijo: “funciona”. Cuando alguien me dice eso, creo que es porque sabe de arte. Y el arte para mí no es sólo un cuadro o una escultura, es todo: el arte de vivir, de despertar, de cocinar, de hacer el amor. Es como una manera de vivir la vida.

¿Cuál es el sentimiento que más te invita a pintar?

Todos, es como ir a un sitio donde puedes desfogarte. Es ir a un lugar donde puedes ser diferente, a veces me dan ganas de ser frívolo y muy nice. Otras más abstracto. Un día otro señor vio una obra mía con mucha textura. A ese cuadro le llamaba Cubo de la basura porque durante un año  cosas que no necesitaba, sistemáticamente las pegaba en ese cuadro. Era muy grande y vivo, pero cuando me preguntó qué significa, le dije: “absolutamente nada”. Él respondió: “perfecto”, porque hay cosas que no deben significar nada.

¿Sigues alguna filosofía?

Sí. Lo importante no es ser un artista sino parecerlo. Ya que soy actor, tengo más facilidad para ponerme en la piel de un artista y parecer y convencer de que puedo serlo, pero en realidad soy un actor que está interpretando ese papel.

 

Para comentar

 

Artista autodidacta: En la pintura no ha tenido educación académica. Sin embargo, Jordi se formó como actor en el Instituto de Teatro de Barcelona.

 

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En cine: Ha participado en Jamón, Jamón (1992, Bigas Luna), La Flor de mi secreto (1994, Pedro Almodóvar), Blow (2001, Ted Demme) con Johnny Depp; Riddick (2013, David Twohy) con Vin Diesel, entre otras. Los libros de su autoría son Las Primeras veces y Agua estancada.