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El poder del viento y Theo Jensen

El escultor cinético Theo Jansen visita por primera vez CDMX acompañado de las criaturas a las que da vida
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La constante convergencia entre el arte y la ciencia es lo que define a Theo Jansen, holandés que se autodenomina escultor cinético, al crear piezas de gran formato hechas a base de tubos de plástico que se desplazan por la arena de la playa movidas por el viento.

La carrera de Theo en el ámbito científico inició en 1968 cuando decidió inscribirse en la Universidad de Delft para estudiar física, aspiración que duró poco tiempo. En 1975, decidió hacer realidad su sueño de convertirse en artista plástico, aunque no abandonó del todo el campo científico al diseñar una máquina para pintar, en 1981.

Luego de este trabajo, Jansen inició proyectos en los que involucraba las múltiples disciplinas que le siguen apasionando. Fue en 1990 cuando formó su primer animaris o animal de playa, obra que lo convirtió en el creador de una nueva naturaleza.

La premisa resultaba sencilla al construir grandes figuras imitando esqueletos de animales, sin embargo, el principal reto era volverlas capaces de caminar utilizando la fuerza del viento de las playas holandesas, en especial la de Scheveningen, costa que lo vio nacer y crecer, para luego convertirse en su centro de operaciones.

La formación de esta vida artificial la basó en algoritmos genéticos y su principal aliada para armar estos animales de playa fue una computadora Atari, en la cual generó sus esculturas.

La primera “bestia” recibió el nombre de Animaris Vulgaris. “En esta pieza se incorporó un cigüeñal para articular el movimiento de las patas, pero el peso del cuerpo y la fragilidad de las uniones que efectué con cinta adhesiva hicieron a esta criatura incapaz de caminar”, comenta Theo.

Este primer animal plástico es la base de un trabajo constante y aunque lo describe como “patético” por las uniones con cinta adhesiva, es el primer eslabón de una cadena evolutiva que se ha desarrollado a lo largo de más de 40 ejemplares, de los cuales confiesa: “algunos están en proceso”.

EVOLUCIÓN CONSTANTE

Cada año, desde hace 27, Theo se ha enfrentado a un nuevo reto: mejorar la última bestia de playa creada, hacerla más eficiente y dotarla de un nuevo logro.

Esta labor inicia cada que llega el otoño, luego de la construcción y ensamblaje de las piezas, realiza las primeras pruebas y meses después, entrada la primavera, Jansen saca a la criatura a una playa cercana a su estudio para experimentar con ella  durante todo el verano.

Tras este proceso, el holandés devuelve la pieza a su taller, pero a su regreso es catalogada como un fósil, debido a que nunca se dedica a reparar los daños producidos durante su estancia en la intemperie. Es ahí cuando inicia su nuevo proyecto en el cual va descartando los mecanismos menos eficientes y va avanzando en el desarrollo de nuevas habilidades.

Este trabajo orilló a Theo a catalogar sus piezas y, como si se tratara de legados que dejó Darwin sobre la evolución humana, los ha clasificado en siete etapas. Uno de estos periodos es el Gluton, en el cual el animal puede mover sus piernas mientras está acostado sobre su espalda, de otra forma podría colapsar por su propio peso.

Muchas veces, Theo ha comentado que le gustaría ver a sus strandbeests –nombre que le destinó a estas esculturas–, moverse solas por la playa y no está muy lejos de lograrlo, pues trabaja con nuevos métodos para lograr que los animales puedan cargar más peso y así almacenar más aire en las botellas de plástico. “También quiero que se desplacen por superficies irregulares”, comparte.

TALENTO INDISCUTIBLE

Las grandes piezas que crea Theo Jansen le han valido colocarse en sitios muy importantes en cuanto a arte y ciencia se refiere.

Su trabajo ha sido expuesto en recintos como el museo Palais de Tokyo, donde mostró sus strandbeests junto al trabajo de otros creadores como Hiroshi Ishiguro, quien inventó un robot copia de sí mismo.

Como éste, otros museos han cobijado las piezas de Jansen, quien llega a México con la muestra Asombrosas criaturas, gracias a Fundación Telefónica y al Laboratorio de Arte Alameda, lugar donde los amantes de la ingeniería y el arte podrán conocer ocho piezas hasta el 13 de agosto.

 

Fotos: Ana Lilia Rodríguez