Perfiles

Una mirada única: Annie Leibovitz

Una de las fotógrafas más celebradas de la actualidad y de las mejores retratistas del mundo

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Ella retrató a John Lennon abrazando desnudo a Yoko Ono, momentos antes de que fuera asesinado. Pintó un traje en el cuerpo desnudo de Demi Moore, sumergió a Whoopi Goldberg en una tina de leche, y cerró el Palacio de Versalles, en Francia, para fotografiar a Kristen Dunst como Maria Antonieta. Las portadas de las revistas más icónicas de los últimos tiempos traen su firma y su mirada quirúrgica: Bruce Jenner resentándose como Caitlyn en Vanity Fair, tras su cambio de sexo, o la boda más polémica del mundo de las celebridades, entre Kim Kardashian y Kanye West.

 

En sus más de 40 años de carrera como fotógrafa, la americana Annie Leibovitz tiene un currículo de ensueño que engloba trabajos en los que la imaginación y el amor por el arte superaron —con todas las consecuencias— cualquier presupuesto. Las puertas de la política también se le abrieron: las fotos oficiales de la reina Isabel de Inglaterra y de la familia Obama son suyas.

 

 

Sin embargo, siempre tiene presente que ese empujón que la hizo hoy ser considerada la más celebrada fotógrafa viva, vino de un reto. “No se me olvida que Susan me dijo, eres buena, pero podrías ser mucho mejor”.

El recuerdo, registrado a CNN este año de 2016, remite a 1993. Se refiere a Susan Sontag, escritora y activista política y compañera de Annie por cerca de 15 años, hasta su muerte en 2004 a causa de cáncer. Fue Susan quien la llevó a Sarajevo en 1993, y el mundo de Annie se abrió. En esa época, la fotógrafa ya se había establecido en Vanity Fair, y firmó un término de responsabilidad en el que la que la revista se eximía de culpa si algo le pasara en la peligrosa aventura.

La guerra es apenas un capítulo en la vida de Annie Leibovitz, pero uno con repercusiones profundas. En 1999, empezó junto a Susan el proyecto Women, que podrá ser visto en la Ciudad de México durante este mes. Mujeres anónimas y famosas comparten espacio en un mural que está siempre incompleto y en transición, en el país, fotografío a la escritora franco-mexicana Elena Poniatowska, y la premier alemana Angela Merkel está en su mira.

“Este es un proyecto que nunca tendrá fin, pues está siempre cambiando”, comentó la fotógrafa en la presentación de la exposición en General Prim, en la colonia Juárez. “Al principio, estaba preocupada en cómo hacerlo. Presentar un tema tan amplio y extenso como ‘mujeres’ me parecía como salir a fotografiar el océano, una inmensidad”.

 

 

No hay suficientes imágenes de mujeres como personas simplemente. Somos mucho más que los cuatro o cinco clichés que están ahí. Hay más en nosotras.  Annie Leibovitz

 

Poesía aparte, la idea, concretizada también con Susan a su lado a finales de los años 90, tiene una fuerza política contundente. “Quiero mostrar cómo se ven las mujeres hoy en día, cuál es el papel que juegan. No hay suficientes imágenes de mujeres como simplemente personas. Por lo tanto, no tenemos una idea clara de cómo nos vemos. Estamos todavía intentando alcanzar a los hombres en este punto. Se trata de diversidad. Hay tanto en nosotras. Somos mucho más que los cuatro, cinco, seis clichés que siempre están ahí. Hay más en nosotras”.

Si el activismo político de Annie Leibovitz es apenas una de sus facetas, así como la fotógrafa de celebridades, ella lo atribuye también a su formación como periodista; o más bien cómo rápidamente descubrió que no sería lo suyo. “Pronto supe que el periodismo no era para mí. Yo quería tener una opinión, una voz. En fotografía, eso te hace más fuerte”, dice Annie.

 El presentimiento sobre lo que es fuerte y único guiaron sus tomas históricas. “Lo sientes cuando hay una historia qué contar”, dice a Vanity Fair. Annie tiene la paciencia para hacer surgir a Caitlyn Jenner por primera vez, convencer a John Lennon de desnudarse, y la perseverancia de cinco años de espera hasta poder fotografiar a la jefa de Estado inglesa. Cuestionada por la revista Time, es simple y directa: “Es mi responsabilidad siempre hacerlo funcionar. Si algo no va bien en una sesión de fotos, es mi culpa. Hay mucha sicología involucrada. Si no logro una buena foto, la culpa será siempre mía”.

Fue el periodismo, más especificamente el cultural, que le sirvió de puerta de entrada a un mundo de estrellas y de glamour. A los 21 años, empezó en Rolling Stone, donde en pocos años se volvió jefe de fotografía y ahí conoció a leyendas como los Rolling Stones, Bruce Springsteen, Madonna y Patti Smith y cimentó su carrera por más de 10 años. Hollywood luego impuso su agenda en la que figuraron sus trabajos constantemente en Vogue y Vanity Fair. “Con ella no existe eso de un presupuesto, éso no es algo que ella discuta”, comentó la editora jefa de Vogue, Anna Wintour, en el documental Life through a Lens sobre trabajar con Leibovitz. “Pero al final, vale la pena, porque ella te entrega algo único”.

Si a los 66 años, ella transita con autoridad entre tantos mundos, la trayectoria de Annie Leibovitz no fue tranquila. A principios de 2000, la magnitud de sus trabajos, de sets montados desde cero y extravagancias desmedidas la llevaron a casi declararse en bancarrota. Un acuerdo con instituciones bancarias la salvaron de perder su casa en Greenwich, donde vive con sus tres hijas.

 

 

“Fue una gran e importante patada en el culo”, dijo la fotógrafa en entrevista a CNN sobre el tema. “Descubrí que no podía seguir con esta actitud de ser artista y no preocuparme por lo demás. Yo era un desorden, no administraba mi propio negocio”. La solución, según ella, fue volverse obstinada y trabajar aún más y con más ímpetu.

Aun así, si Annie Leibovitz es una unanimidad en el medio editorial, no le faltan críticas sobre lo difícil que es trabajar a su lado por el alto nivel de exigencia. Lo que ella misma admitió hace un par de años en entrevista a la revista Time. “Ya he escuchado que no soy fácil para trabajar... Lo que pasa es que, cuando tuve asistentes, me frustraba mucho. No entendía cómo ellos no veían lo mismo que yo, al mismo instante que yo. Estaba enfrente de sus ojos, y no lo veían, pero yo sí”.

 

Fotos: cortesía