Perfiles

Pablo López presenta su primer libro

En el planeta Tierra somos casi siete millones de personas y más de la mitad vivimos en ciudades. Esta cantidad tan impresionante y que no se detiene, ha implicado un cambio importante en la forma que los seres humanos nos vinculamos entre nosotros mismos y, a su vez, con nuestro entorno.


Es precisamente esta relación la que explora en su primer libro, por medio de imágenes, el fotógrafo mexicano Pablo López Luz.

 

 

Este material, homónimo y de Editorial RM, contiene 63 imágenes de diferentes partes de nuestro país -Ciudad de Méxco, Acapulco, Tijuana, Estado de México, Chiapas, Pachuca y Morelos- e incluso algunas de Hong Kong. Las fotos se complementan con dos textos que abordan su trabajo: uno de Horacio Fernández, historiador, crítico y curador español, y el otro de Itzel Vargas Plata, curadora de arte contemporáneo y actual directora del Museo de Bellas Artes.

 

-Al centro de esra imagen de Tijuana, tomada en 2008, se aprecia el muro fronterizo-

 

Pablo estudió Comunicación con especialidad en Medios Audiovisuales, en la Universidad Iberoamericana, y una maestría en Artes Visuales en la Universidad de Nueva York, pero su pasión por el mundo de las imágenes le viene desde pequeño. Creció en un ámbito de arte, en el que los fines de semana iba con su familia a museos, y convivía constantemente con pintores, escritores y poetas.

 

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En el planeta Tierra somos casi siete millones de personas y más de la mitad vivimos en ciudades. Esta cantidad tan impresionante y que no se detiene, ha implicado un cambio importante en la forma que los seres humanos nos vinculamos entre nosotros mismos y, a su vez, con nuestro entorno.

Es precisamente esta relación la que explora en su primer libro, por medio de imágenes, el fotógrafo mexicano Pablo López Luz.

 

 

Este material, homónimo y de Editorial RM, contiene 63 imágenes de diferentes partes de nuestro país -Ciudad de Méxco, Acapulco, Tijuana, Estado de México, Chiapas, Pachuca y Morelos- e incluso algunas de Hong Kong. Las fotos se complementan con dos textos que abordan su trabajo: uno de Horacio Fernández, historiador, crítico y curador español, y el otro de Itzel Vargas Plata, curadora de arte contemporáneo y actual directora del Museo de Bellas Artes.

 

-Al centro de esra imagen de Tijuana, tomada en 2008, se aprecia el muro fronterizo-

 

Pablo estudió Comunicación con especialidad en Medios Audiovisuales, en la Universidad Iberoamericana, y una maestría en Artes Visuales en la Universidad de Nueva York, pero su pasión por el mundo de las imágenes le viene desde pequeño. Creció en un ámbito de arte, en el que los fines de semana iba con su familia a museos, y convivía constantemente con pintores, escritores y poetas.

 

 

Gran influencia ha tenido en este aspecto su padre, Ramón López Quiroga, director de la galería López Quiroga. “Siempre tuve un relación absolutamente directa con el arte”, explica Pablo, quien luego de seis años de trabajo decidió sacar a la luz este volumen y cuenta en entrevista qué ha significado para él.

 

 

-Los Cabos, interacción con un entorno muy natural-

 

¿Qué te lleva a publicar ese libro?

Por un lado el deseo de cerrar un capítulo, decir “éste es el trabajo que se ha hecho en seis años”. También necesitaba algo más sólido que resumiera mi trabajo, que pudiera estar fuera de México, viajando por el mundo, y que eso me abra oportunidades nuevas.

 

-Acapulco. Pablo exhibe aquí la recreación artificial del paisaje que se hizo en el boulevard de las naciones-

 

¿Qué tipo de imágenes encontramos en este volumen?

De paisaje urbano, naturaleza y la mezcla de los dos, eso precisamente era lo que me gustaba en el proyecto de Acapulco. Allí, de algún modo los hoteles intentan recrear el primer Acapulco, por el que todos iban allá. Ese lugar paradisiaco, esa costera que fue histórica, el puerto más importante de América en algún momento. Y que la gente empezó a visitar muchísimo en los años 30 y 40, sobre todo grandes actores norteamericanos, porque era de algún modo un paraíso, una tierra desconocida, con cualidades naturales que no se veían en cualquier lugar. Con el crecimiento y la sobrepoblación se termina destruyendo este paisaje que atraía a la gente. Y luego se trata de recrear a través de los hoteles: estás sentado en uno, rodeado de quinientas palmeras. Pero éstas fueron puestas, no es que estuvieran ahí anteriormente, una recreación artificial.

 

-Misol Ha, Chiapas-

 

¿Por qué te interesa el tema del paisaje?

Es un modo con el que me he acomodado para acercarme a las relaciones del hombre con el hombre, del hombre con el espacio, su entorno. Hablar un poco más de la gente curiosamente con esta distancia. Al hacerlo así me acerco más al hombre en sí, a la relación que tiene consigo mismo, a su modo de actuar. Es como una especie de reflejo de la sociedad contemporánea a través del paisaje sin tener que llegar al retrato.

 

-Montañas de concreto. Vista aérea de la Ciudad de México-

 

 

A partir de tu trabajo ¿qué has descubierto de la relación del hombre con su entorno?

Depende dónde esté fotografiando, mis proyectos más grandes son de la Ciudad de México y Acapulco. Claramente hay una despreocupación por el paisaje, estas ciudades han crecido sin planeación, se han desbordado sobre sí mismas. En estos casos no ha habido una relación amistosa del hombre con el espacio. Y también es curioso cuando ves lugares como las canchas de futbol, cómo la gente sigue manteniendo un espacio recreativo, aún en el medio del caos. Te das cuenta de lo impresionante que es el hecho de que las personas terminan viviendo donde pueden. Y esa transformación del paisaje hacia uno nuevo es la que me gusta. Sobre todo se aprecia en las fotografías aéreas de la Ciudad de México.

 

-Contraste. A diferencia del crecimiento, horizontal en la Ciudad de México, éste ha sido vertical en Hong Kong-

 

¿Qué sientes al fotografiar desde arriba esa masa de casa que luce asfixiante?

Mi primera impresión vino saliendo o entrando a la Ciudad de México en un vuelo comercial. Este tapete urbano, que es completamente diferente verlo de día o de noche, mucho más amable de noche. Siempre hubo esta impresión de esta ciudad que nunca acababa y de estas montañas de concreto. Sobre todo tomando como referencia el Valle de México antiguo, el de los grandes pintores mexicanos, y verlo convertido en una masa de concreto. Después de estar fotografiando desde el suelo tuve este interés de ver si podía reflejar ese sentimiento desde el aire. Y me parecía que era importante cerrar más este proyecto. Era una zona específica, me interesaba que fuera muy topográfica para que se viera colina tras colina, cubiertas de concreto.

 

-Carretera México-Cuernavaca, en 2007-

 

¿Cuándo nació tu interés por la fotografía?

Desde chico me ha gustado. Veía las revistas National Geographic de mi papá y además conocí fotógrafos como Graciela Iturbide, quien sigue siendo mi amiga y una de mis mayores inspiraciones. También influyó un padrino (Emil Barjak), alemán que en los años 80 realizaba largos viajes por el Amazonas. Hacía fotografía de hobby y a veces publicaba en revistas. Luego venía a nuestra casa y en una cena proyectada las diapositivas del viaje. No era tan fácil como hoy en día: llevaba una lancha que inflaba y remaba con los nativos. Me acuerdo de estar viéndolas a los siete años y pensando: “me gustaría hacer estos grandes viajes”. Era uno de los mejores amigos de mi papá, también recuerdo que me regalaba navajas y cañas de pescar. ¿De qué trató tu primera exhibición individual?

Fue en la Casa del Lago, se llamaba Terrazo y fue básicamente de paisajes de la Ciudad de México, muchos de los que están en el libro, y un par de imágenes de playas colombianas.

 

-En construcción. Jesús del Monte, Huixculucan, en 2007-

 

Tu próximo proyecto:

Es el más grande en cuanto a espacio que abarcaré. Será fotografiar el sur de México: Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Veracruz. La idea es acercarme más de la identidad de esta zona, que es una de las que más tiene en el país sobre todo por todos los sitios arqueológicos. La idea es fotografiar durante año y medio estos lugares poniendo en contraposición tanto un sitio arqueológico o un paisaje clásico con una ciudad de paso como puede ser Escárcega; otra industrial como Progreso, un puerto en el que hay mucho turismo, como Cancún. Lo único que estoy esperando es apoyo de producción para arrancar.