Perfiles

Mexicanas en la feria de arte Frieze: Pia Camil

Las artistas mexicanas se presentan con éxito en la feria de arte Frieze, en Nueva York 

Gabriella Morales-Casas

Periodista con 21 años de trayectoria en medios impresos y audiovisuales, para los que ha trabajado las fuentes de deportes y cultura, sociales y estilo de vida, en los que se ha especializado en los últimos años.

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La mexicana Pia Camil participó en Frieze Projects con un trabajo inspirado en Parangolé, del artista brasileño Hélio Oiticica, con ponchos que obsequió al público.

 

¿Cuál era tu idea con este proyecto?

Uno de los requisitos de las comisiones era hacer un trabajo participativo para el público; entonces, mientras revisaba el trabajo de Oiticica y los Parangolés, que siempre me gustaron mucho, decidí hacer mi propuesta con base a ello. En principio, tienen la función de invitar al espectador para generar una dinámica nueva, que en el tiempo en que Oiticica lo hizo era otro contexto: dentro de una dictadura y con otro tipo de público. Mi propósito fue cuestionar qué pasaba con el arte cuando el espectador usaba la obra, se hacía consciente del acto de observar y se volvía la obra misma.

 

Fotos: Fernando Canseco 

 ¿Lograste encontrar la respuesta?

No tenía la menor idea de lo que iba a suscitar y eso habla de que quizás sí fue una pieza que respondía esas preguntas que yo me planteé. Particularmente, suelo revisar obra de otros artistas, y en Frieze quería tratar de entender las nuevas dinámicas que motivan a las ferias: ¿por qué va la gente, qué busca? El hecho de que la pieza se regalara resultó fundamental para responder eso.

 

Fue uno de los stands más concurridos, ¿qué sientes al estar al lado de grandes artistas y galerías?

Padrísimo. No me lo esperaba. Los ponchos se distribuían en dos horas específicas, a las 12 y a las 3 de la tarde. Lo que me gustó fue que hice un display tipo tienda, justo para darle al público esa capacidad de poder elegir o tener cierta comodidad. Cuando tocaba su turno iban al rack y escogían la pieza que les gustaba; a lo largo de las cinco horas fue generando mucha expectativa, al grado que para el domingo la gente se formaba dos horas antes paraconseguir estos ponchos.

Diseñé una estrategia para compaginar al arte con el mercado de consumismo. Fueron 800 piezas y eso generaba una intención de ir por ella; ese deseo está muy permeado en la feria. También le dio al espectador el foco total: ‘tú eres el protagonista’. Siento que las ferias actuales se mueven mucho en función del individuo y cómo éste se comporta en ellas.

Fotos: Fernando Canseco 

Al parecer, los asistentes roban cámara a los artistas...

(Ríe) Me llaman mucho la atención las prácticas que hacen, como las selfies delante de la obra o utilizar la feria como un lugar para ser visto; de alguna manera son formas de distribuir y aprender de arte, son dinámicas mucho más públicas que antaño, aunque no necesariamente positivas; pero es lo que es y eso motiva los grandes mercados de arte en las ferias actuales. Por ejemplo, en cuanto a mi obra, había desde las mejores reacciones hasta las peores. Nada es absoluto.

Fotos: Fernando Canseco 

¿Cómo fue el proceso creativo de las prendas?

Fue lo más importante del proyecto. Se consiguieron telas de los marchantes del mercado de La Merced, fueron desperdicios de fábrica, tela que se imprimió mal o que no se utilizó y por eso es una premisa importante hablar del desperdicio. Recibimos kilos durante cuatro semanas.

Con tres personas de mi equipo ensamblamos cada poncho, y luego, un gran equipo de costureras hizo el trabajo más brutal. Trabajé con familias dedicadas a la costura para que el concepto se mantuviera artesanal. Como detalle final, cada poncho asemejaba en la costura una W, al igual que la bolsa de la prenda.

Fotos: Fernando Canseco 

¿Qué persigue tu obra total?

A veces me gusta ser parte directa de mi obra y la parte performativa es muy evidente en mi trabajo temprano; esos son principios que han ido cambiando hasta llegar incluso a la arquitectura. Al final, se trata de buscar una conciencia del espacio y de cómo el cuerpo se relaciona conmigo o el espectador. En el caso de Frieze fue muy grato.