Perfiles

Maricela Alcocer y Guillermo Céspedes

¿Cómo se conocieron?


M: Trabajamos en el mismo edificio, estamos en pisos diferentes. Todos los días que me subía al elevador me lo encontraba, no importaba al que me subiera siempre estaba ahí. A mí me gustaba mucho, un día le dije “hola” y él se me quedó con cara de “órale, qué aventada”. Otra ocasión me lo encontré de nuevo con chilaquiles y lo iba a saludar.


G: Estaba crudísimo y me dice “qué ricos se ven tus chilaquiles”. Pensaba “no vayas a decir una estupidez, contesta algo inteligente, di algo chistoso” y lo único que se me ocurrió fue decir “uhm, gracias”.


M: Me cayó pésimo, obviamente.


¿Cómo empezaron a salir?


M: Estábamos en un viaje de trabajo, coincidió que me subieron en el último camión y en eso abrieron la puerta, porque faltaban dos personas, una era Memo. No lo podía creer.


G: Íbamos con varios de la compañía y de repente nos quedamos platicando solos, salió el tema de los chilaquiles y ahí fue cuando le dije “es que yo no te ubicaba bien, para mí eras la niña guapa del elevador que todos los días me saludaba, no sabía ni quién eras, en mi cabeza decía ‘ésta es una proveedora que está buscando negocio o le gusto’”. De ahí empezamos a tener más comunicación de trabajo, a salir, y unos meses después fuimos a cenar y empezamos a andar.

 

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¿Cuánto tiempo llevan?


M: Un año nueve meses.


¿Cómo decidieron casarse?


G: Después del año. Llegó un momento que empecé a imaginar el futuro con ella y me gustó lo que veía, así que empecé a buscar el anillo en tiendas, después lo mandé a hacer con una persona que me tuvo como dos meses esperando, hasta que fui con otra. En el inter típico que salió el tema de la boda y tenía que aparentar que el momento estaba súper lejano.

 

Cuando me lo entregaron, estuve cargándolo una semana o dos porque todavía no sabía cómo lo iba a entregar. Finalmente coincidió que Maricela tiene un primo fotógrafo reconocido en Querétaro, con el que sólo había cruzado palabras un par de veces. Le dije que quería pedirle matrimonio de una forma original, él le debía un estudio fotográfico y decidimos aprovechar eso.

 

Él la convenció y durante la sesión nos tomaron varios fotos juntos hasta que salí de imprevisto con ayuda de una de sus primas. Me escondí, fui tras bambalinas, me disfracé y entré como parte de una de las fotos que tenían que hacer para una revista. Quedé con su primo de poner una canción como señal, le indicó que volteara a otra parte, en eso me hinqué, saqué el anillo y la sorprendí. Eso fue en noviembre.

 

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¿Te imaginabas qué te iba a dar el anillo?


M: Íbamos a hacer un viaje justo en diciembre a Chile, Memo estaba muy insistente. Todos los días me preguntaba que si ya había pedido vacaciones, se me hacía raro, pero no quería ilusionarme, todo mundo me decía “seguro te va a dar el anillo”, yo decía “no, espérense, vamos a una boda, se va a casar su primo, no le va a quitar protagonismo a la boda”.

 

En una boda de otro de sus primos empezó a invitar a toda su familia y pensé, seguro me va a dar el anillo, pero evidentemente lo de mi primo de Querétaro, jamás me pasó por la cabeza. De hecho pensé que yo había organizado todo, porque todavía en la mañana que nos íbamos le hablé por teléfono para levantarlo y se aventó la frase de “por favor, quisiera que sólo un día me pudiera levantar a la hora que quiera”.


¿Cuándo y dónde se casan?


M: En Querétaro, en la Hacienda Viborillas, en octubre.


¿Cómo van con los preparativos?


M: Tenemos lo básico que es el lugar y una amiga en Querétaro que es wedding planner nos está ayudando.


G: Lo que falta cerrar es la música y el alcohol, pero espero quede listo este mes.


Alguna anécdota durante la organización


M: Memo me comentó que no se iba meter en nada sólo en tres cosas: la música, el alcohol e iba a opinar sobre el lugar. La realidad es que se involucra en todo, le enseño unas fotos y me dice “sí me gusta, pero por qué no otra opción”. Entonces el plan de no meterse en nada ha sido una gran mentira.


¿Cómo se dicen de cariño?


G: Al principio nos decíamos ficha, porque cuando empezamos a platicar le dije que podía ser una niña súper bien, linda y todo eso o una fichita. De ahí salió y algunos cuates lo deformaron a fichis, pero ése era el sobrenombre de la relación.

 

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¿Cómo se conocieron?

M: Trabajamos en el mismo edificio, estamos en pisos diferentes. Todos los días que me subía al elevador me lo encontraba, no importaba al que me subiera siempre estaba ahí. A mí me gustaba mucho, un día le dije “hola” y él se me quedó con cara de “órale, qué aventada”. Otra ocasión me lo encontré de nuevo con chilaquiles y lo iba a saludar.

G: Estaba crudísimo y me dice “qué ricos se ven tus chilaquiles”. Pensaba “no vayas a decir una estupidez, contesta algo inteligente, di algo chistoso” y lo único que se me ocurrió fue decir “uhm, gracias”.

M: Me cayó pésimo, obviamente.

¿Cómo empezaron a salir?

M: Estábamos en un viaje de trabajo, coincidió que me subieron en el último camión y en eso abrieron la puerta, porque faltaban dos personas, una era Memo. No lo podía creer.

G: Íbamos con varios de la compañía y de repente nos quedamos platicando solos, salió el tema de los chilaquiles y ahí fue cuando le dije “es que yo no te ubicaba bien, para mí eras la niña guapa del elevador que todos los días me saludaba, no sabía ni quién eras, en mi cabeza decía ‘ésta es una proveedora que está buscando negocio o le gusto’”. De ahí empezamos a tener más comunicación de trabajo, a salir, y unos meses después fuimos a cenar y empezamos a andar.

 

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¿Cuánto tiempo llevan?

M: Un año nueve meses.

¿Cómo decidieron casarse?

G: Después del año. Llegó un momento que empecé a imaginar el futuro con ella y me gustó lo que veía, así que empecé a buscar el anillo en tiendas, después lo mandé a hacer con una persona que me tuvo como dos meses esperando, hasta que fui con otra. En el inter típico que salió el tema de la boda y tenía que aparentar que el momento estaba súper lejano.

 

Cuando me lo entregaron, estuve cargándolo una semana o dos porque todavía no sabía cómo lo iba a entregar. Finalmente coincidió que Maricela tiene un primo fotógrafo reconocido en Querétaro, con el que sólo había cruzado palabras un par de veces. Le dije que quería pedirle matrimonio de una forma original, él le debía un estudio fotográfico y decidimos aprovechar eso.

 

Él la convenció y durante la sesión nos tomaron varios fotos juntos hasta que salí de imprevisto con ayuda de una de sus primas. Me escondí, fui tras bambalinas, me disfracé y entré como parte de una de las fotos que tenían que hacer para una revista. Quedé con su primo de poner una canción como señal, le indicó que volteara a otra parte, en eso me hinqué, saqué el anillo y la sorprendí. Eso fue en noviembre.

 

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¿Te imaginabas qué te iba a dar el anillo?

M: Íbamos a hacer un viaje justo en diciembre a Chile, Memo estaba muy insistente. Todos los días me preguntaba que si ya había pedido vacaciones, se me hacía raro, pero no quería ilusionarme, todo mundo me decía “seguro te va a dar el anillo”, yo decía “no, espérense, vamos a una boda, se va a casar su primo, no le va a quitar protagonismo a la boda”.

 

En una boda de otro de sus primos empezó a invitar a toda su familia y pensé, seguro me va a dar el anillo, pero evidentemente lo de mi primo de Querétaro, jamás me pasó por la cabeza. De hecho pensé que yo había organizado todo, porque todavía en la mañana que nos íbamos le hablé por teléfono para levantarlo y se aventó la frase de “por favor, quisiera que sólo un día me pudiera levantar a la hora que quiera”.

¿Cuándo y dónde se casan?

M: En Querétaro, en la Hacienda Viborillas, en octubre.

¿Cómo van con los preparativos?

M: Tenemos lo básico que es el lugar y una amiga en Querétaro que es wedding planner nos está ayudando.

G: Lo que falta cerrar es la música y el alcohol, pero espero quede listo este mes.

Alguna anécdota durante la organización

M: Memo me comentó que no se iba meter en nada sólo en tres cosas: la música, el alcohol e iba a opinar sobre el lugar. La realidad es que se involucra en todo, le enseño unas fotos y me dice “sí me gusta, pero por qué no otra opción”. Entonces el plan de no meterse en nada ha sido una gran mentira.

¿Cómo se dicen de cariño?

G: Al principio nos decíamos ficha, porque cuando empezamos a platicar le dije que podía ser una niña súper bien, linda y todo eso o una fichita. De ahí salió y algunos cuates lo deformaron a fichis, pero ése era el sobrenombre de la relación.

 

 

El rostro habla

GUILLERMO: Aunque respeta las reglas establecidas, no le gusta que le digan qué hacer, por eso, tiene un gran liderazgo enfocado a lograr objetivos claros y con gran energía en todo el proceso, sobre todo, a la mitad de ellos. Sabe escuchar y tiene un trato cálido y empático con los demás. Goza mucho el tiempo en el que puede estar solo.

 

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MARICELA: Es una mujer pragmática que tiene que vivir las cosas para aprenderlas. Muy tolerante con las ideas de otros, aunque firme en las que tiene ya muy arraigadas. Es excelente midiendo riesgos ya que puede imaginarse los peores escenarios para evitarlos. Le gusta hacer las cosas por ella misma. Su proceso de decisión requiere recopilar mucha información para la tomarla.

TIP: Desarrollar un lenguaje más sutil, empático y nada imperativo ayudará a que su relación siga fluyendo y creciendo. Cuidar mucho las formas para conectar de una mejor manera.

 

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