Perfiles

Lupe Latapí y su pasión por la tierra

En busca de los productos que mejoren la calidad de vida de la población y la salud del planeta

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Hoy en día es tan común la preocupación por un estilo de vida más saludable, que quizá se ha convertido en el principal reto de quienes transforman su alimentación, buscan nuevos métodos de acondicionamiento físico y terapias alternativas para conseguir una mejor calidad de vida.

Las palabras orgánico, cien por ciento natural, vegano y otras relacionadas con la nutrición son de uso cada vez más recurrente entre adultos y jóvenes. Pero antes de que siquiera se conocieran esos términos en el país, Lupe Latapí ya emprendía un proyecto para que la salud familiar, social y planetaria fuera sinónimo de un consumo consciente. Lejos de la mercadotecnia y moda que nos inunda.

“Siempre he tenido la inquietud y la pasión por encontrar qué hay detrás de un producto en el anaquel, desde los ingredientes y todo lo que implica el que un consumidor se lo pueda llevar a casa”, cuenta con la satisfacción de saber que tomó el camino correcto.

En 2001 inició un recorrido por estados de la República en busca de productores de alimento orgánico que ofrecieran calidad y compromiso con su materia prima a cambio de integrarse a una comunidad de comercio justo que valorara su labor y la impulsara, a través de la marca Aires de Campo.

 

 

 

Lo que comenzó con recomendaciones de boca en boca se ha convertido en una red de 80 productores orgánicos, con cerca de 300 trabajadores en el campo mexicano, que laboran de la mano con Lupe para llevar a la mesa una muestra de la gran biodiversidad de nuestro país.

Recientemente la firma recibió un reconocimiento en la primera entrega de los BienPremios como la Mejor Marca de Productos Saludables. Su fundadora, la ingeniera bioquímica especializada en alimentos, por el Tec de Monterrey, campus Querétaro, nos comparte cómo ha sido el camino recorrido durante estos 15 años, desde que inició sus estudios en un área enfocada a la alimentación. Y lo hace mientras se dirige a Ixtapan de la Sal, lugar donde se reunirá con uno de esos emprendedores que, como ella, es apasionado de la tierra.

 

¿De tus estudios nació el interés por explorar el mundo de los alimentos orgánicos?

La verdad, cuando estudié la carrera nadie me explicó qué era lo orgánico, porque en ese entonces no existía el nombre en México, nadie lo promovía, mucho menos en la carrera. Fue hasta que me fui a estudiar una maestría en Ciencias de los Alimentos, en la Universidad de California, que me mostraron el significado de orgánico.

En 2001 comienzas Aires de Campo, ¿cómo fue el arranque en un país donde no tenían idea de qué era lo que vendías o cuáles eran los beneficios?

Mucho fue la motivación de saber que en México tenemos una gran biodiversidad para elaboración de alimentos de valor agregado, con pequeños productores que no encontraban cómo comercializar sus artículos.

Estuvo muy interesante el inicio, fue una etapa en la que pudimos hacer una red de productores auténticos, desde granjas familiares, cooperativas y pequeñas agroindustrias a las que les interesaba seguir conservando el medioambiente, producir orgánico y arriesgarse a abrir el mercado mexicano.

 

Al buscar a los productores, te diste cuenta quiénes eran y cómo vivían. ¿Qué fue lo que más te preocupó de su situación?

Como tienes tanta pasión vas un poco como el borras y no te das cuenta de los retos que implica. Porque ser orgánico no significa que vas a comprometer la calidad. Implicaba ponerlo en un empaque adecuado, con un código de barras, en cajas, sobre todo para cumplir con requisitos de clientes como los autoservicios que te exigen productos de primera, los mismos que no entendían que llevar lo artesanal a ese nivel de consumo cuesta trabajo.

 

¿Cuál fue la opinión de tu familia, te apoyo?

Me consideraron un poco fuera de lo convencional, mis papás me apoyaron aunque me decían que por qué no vendía tuercas, digo algo más fácil. ¿Por qué algo tan complicado?, pero al entender el proyecto de Aires de Campo y la labor social que hay, siempre conté con mi familia por esa intención de seguir ayudando al crecimiento de muchas personas y generar fuentes de trabajo.

 

Nos puedes compartir alguna anécdota en tu camino.

Hay muchísimas porque recorrí toda la República, pero hay una que cuento mucho. Cuando estaba buscando Jamaica orgánica en la sierra de Oaxaca, me llevé el coche de mi mamá, y se quedó a mitad de la sierra pues, obviamente, la distancia y los caminos no eran adecuados para ese tipo de auto. Yo llegué feliz a mi casa porque ya había encontrado la jamaica y mi mamá me preguntó “¿Y mi coche?” Pues bien gracias, en medio de la nada. Los del seguro, al ver el mapa, no entendían qué demonios hacía ahí.

 

Y, ¿quiénes eran tus compañeros de aventuras en ese momento?

Tuve algunos socios, el primero fue Enrique del Toro (q.e.p.d.), pionero de lácteos orgánicos en México, él era quien me acompañaba a los viajes.

 

¿Cómo te enterabas dónde estaban los productores?

La red se fue formando poco a poco, buscábamos donde nos decían. Afortunadamente, ahora no hay necesidad de salir, hay muchos productores que desean comercializar a través de nosotros, pero en ese entonces fue mucho a la aventura y de boca en boca. Llevamos trabajando con 90 por ciento de los productores cerca de 15 años.

 

¿Cómo ha cambiado la vida de ellos a través de Aires de Campo?

Hemos hecho reportes de sustentabilidad donde hemos incrementado el nivel social y económico de nuestros productores, pues de vender una cajita de amaranto, ahora son camiones. Es increíble que alguien pasó de preparar barritas de amaranto en casa, a tener una planta de proceso, donde ha generado empleo, sobre todo, para las mujeres de Ozumba, en el Estado de México. Nuestra filosofía es el trabajo en equipo y a largo plazo.

 

¿Qué ha representado para ti ayudar a la sociedad, no sólo en el desarrollo económico sino también en la salud alimentaria?

Hace 15 años no me imaginé lo que sería. Al recibir el premio me encontré a personas conocidas, los que iniciamos, y nos dio risa que somos unos forevers porque ves muchos emprendedores jóvenes. Qué padre que cada vez hay más gente desarrollando productos para el bienestar. Para mí es un orgullo que reconozcan a la marca Aires como la pionera, porque en verdad nos ha costado trabajo hacer las cosas bien en México, decir no a la corrupción, que los ingredientes que ponemos en nuestros productos son reales, que los vas a entender. Por eso creo que Aires, por fin, está cosechando el trabajo de mucho tiempo. Me da gusto que exista competencia, que haya más, porque este mercado tiene que crecer, que dejemos de importar productos y que el campo mexicano siga desarrollándose por el bien de todos.

El premio es bien merecido, porque fueron los pioneros. Sí. Algunas marcas que ves actualmente salieron de Aires, amigos que pusieron su propia firma, pero fuimos la primera con el concepto de respetar los tres ejes del consumo consciente: salud planetaria, salud social y salud familiar; así como en fomentar el crecimiento del campo mexicano, siendo coherentes que lo orgánico tiene que ir con la producción local y protección a la biodiversidad.

 

¿Qué tanto camino te falta por recorrer como empresaria?

Nos falta muchísimo, estoy muy contenta por todo lo que viene. En 2010 pude hacer una sinergia con Grupo Herdez y con ellos hemos crecido muchísimo. Nos criticaron porque decían que Aires de Campo ya no iba a ser orgánico, pero la unión ha sido muy benéfica.

 

¿Qué opinas del boom de productos orgánicos, de ser healthy y empresas que se dedican a la venta de jugos?

Ya hay un despertar del consumidor, está siendo más responsable, eso me encanta, que se inclinen más por este tipo de productos, por el bienestar general. Como comercializadores y productores tenemos que ser muy responsables y proteger el tipo de productos que estamos ofreciendo. Me refiero a que si declaramos en la etiqueta cierto tipo de ingredientes, que sí sean, alinearnos con las normas orgánicas si declaramos que el producto lo es y ofrecer calidad para no engañar ni desorientar al consumidor, porque luego abusamos de las cosas de marketing y terminamos confundiendo al público.

 

 

Fotos  Sergio Bejarano* 

 

EN LA MESA DE CASA

 

¿Tú te alimentas sólo de comida orgánica?

No, la verdad es que sí siembro mi propia hortaliza, consumo muchas muestras que me dan de productos de Aires, pero también como comida convencional, sobre todo me fijo que no sean productos procesados. De hecho, me encanta la comida italiana.

 

Te lo pregunto porque sabemos de casos como Gwyneth Paltrow, que lleva una dieta macrobiótica y sus hijos jamás han consumido refrescos o papas fritas. ¿Eres un árbitro en tu familia?

No, si me conocieras te sorprenderías, tomo refresco por ejemplo. Sólo es conocer los productos, sí intento no comer productos procesados pero cuando me invitan a comer, como lo que hay porque también creo que es necesario agradecer la comida del día a día, sin obsesionarse.

 

¿Cómo es ese día a día en tu vida?

Lo más padre es que siempre son diferentes, nunca son iguales. Ayer a las 9:00 de la mañana estaba desayunando con un amigo productor de queso de oveja, en Querétaro, en este momento estoy en camino a Ixtapan de la Sal para ver a productores de verduras y el lunes puedo estar en mi oficina poniéndome al corriente.

 

Entre ese ir y venir, ¿te queda tiempo para algún hobbie?

Sí, la jardinería es mi pasión, afortunadamente mi carrera es tronco común con agronomía, tengo muchos amigos agrónomos y después de visitar tantos ranchos del país, con unos paisajes bellísimos uno va aprendiendo. Disfruto mucho esa actividad. Por ejemplo, mis flores favoritas son las nubes y las amapolas.

 

Para terminar, ¿cuál es la frase que te define?

“Es lo que hay y con eso hay que hacer lo mejor que se pueda.”