Perfiles

Gladys Tamez: de la cabeza al cielo

El Hotel W Mexico City organiza una cena con la diseñadora
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No hay mejor manera de concebir un accesorio de lujo que involucrándose directamente con la visión de un director creativo que fabrique una pieza digna de nuestro ADN. Esa legítima motivación es la que sigue Gladys Tamez, una diseñadora que nació al norte de México, quien desde niña soñaba con tocar el olimpo del fashion estadunidense, y que ahora vive en Los Ángeles conquistando a las estrellas.

“Cuando era una niña de 11 años, mi madre tenía una librería en Tamaulipas y siempre que llegaban las revistas de moda y los libros sobre diseñadores yo me quedaba con ella para leerlo todo. Yo soñaba con ir a las fiestas de Andy Warhol a The Factory, me ilusionaba tanto que hasta lloraba, pero así empezó todo”, recuerda la fundadora de la marca Gladys Tamez Millinery. “Mi mamá es mi ejemplo, ella fue la modelo Lancôme de nuestro pueblo: Reynosa, una belleza y orgullo de mi familia que representa ese empuje que tenemos las mujeres del norte”.

 

Esa fuerte personalidad norteña, con carácter y suma expresividad en la mirada es la que vemos en Gladys, que no se achica ante las barreras. Al crecer en sangre y arena, con un padre dedicado a su plaza de toros y la cercanía de un tío matador, ella usaba con porte y naturalidad sus sombreros de gala para asistir a la fiesta brava. “Desde siempre estoy acostumbrada a usar sombrero, incluso, la Montera taurina y el Cordobés o Bolero son mis favoritos, por eso este último siempre está presente en mis colecciones”.

SEÑALES DEL DESTINO

Como todo sueño, éste no se cumple hasta que se toma con las manos, trabajándolo. Para ella, ese gesto sucedió durante un viaje a España, donde conoció a una familia de sombrereros que han transmitido su arte por cuatro generaciones. “Ellos me enseñaron la magia, hicimos un Cordobés de acuerdo a mis gustos y lo usé en una corrida en la Plaza de Las Ventas”. Durante el proceso de fabricación con los artesanos, al momento de trabajar los materiales y detalles, entendió que cada sombrero requiere de un proceso y destreza manual. Gladys quiso descubrir los secretos de cada procedimiento, se vio inmersa en ese fascinante mundo tailor-made que conoció siendo niña. “Me convencí que podía ser una hat designer si ponía todo mi esfuerzo y regresé a mi casa de Los Ángeles para conseguirlo”.

Así como se llega a Roma, ella logró encontrar a una mentora que le enseñó todo lo que sabía en la materia. Hizo prácticas y le recomendaron a varias expertas de la confección con quienes tomó clases en sus casas particulares, porque tratándose de la sombrerería, ésta se enseña de propia mano, sin prisas ni créditos obligados, como un oficio para el cual uno nace. De la mejor maestra aprendió cómo se hacen las flores de seda, otra le enseñó a trenzar la piel, y de alguien más adquirió la técnica para estructurar drapeados, siempre dejando volar su imaginación, buscando la forma de construir siluetas que le permitiera innovar los típicos sombreros europeos.

“Mis primeras clientas fueron mis amigas, en ese tiempo una famosa diseñadora estaba buscando con quién fabricar sus complementos de moda y sombreros; entonces, una amiga en común me dijo que había llegado mi momento y me presentó con ella”, explica Tamez. Sus ideas le convencieron y le encargó producir varios modelos; en poco tiempo vendieron 500, fue un éxito. Tras esa afortunada experiencia montó su propio taller.

“Colecciono blocks (moldes) de madera, ya tengo que llevan flores y plumas requieren de un determinado tipo de block, según el modelo que elijas. No obstante, los sombreros que llevan dobleces y pliegues estructurados, que son el sello de mi autoría, se hacen completamente a mano, sin block, y requieren de entre cinco y ocho horas de trabajo, porque se forman, raspan, perfilan y más tarde se afinan, cosiendo algunas secciones y aplicando otros delicados procesos artesanales”.

Su éxito sigue en ascenso y el límite parece ser el cielo, porque ha conquistado los mercados americano, asiático y europeo. Gladys Tamez ya es una diva del diseño, una artista del sombrero como siempre lo soñó.

 

Fotos: Karla Gómez