Perfiles

Genialidad luminosa: Moritz Waldemeyer

Un diseñador e ingeniero que usa el conocimiento matemático en sus obras
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El semblante calmado y la manera suave de hablar de Moritz Waldemeyer contrastan con su obra energética.

Para este artista alemán, los circuitos eléctricos, LEDs, fibras ópticas y todo tipo de luz son la base de obras de gran escala realizadas para marcas como Swarovski y Cirque du Soleil, también para diseñadores como Zaha Hadid, en los que une perfectamente tecnología y arte. Buscado por artistas de la talla de Bono y Rihanna para llenar de efectos visuales sus conciertos, Waldemeyer es un ingeniero brillante que descubrió la belleza en fórmulas matemáticas.

En la gira 360 de U2, Bono y compañía lucieron sobre el escenario unos trajes de los cuales salían rayos de color rojo. A su vez, Rihanna le pidió un vestido de luces. Actualmente, su colaboración más famosa es el nuevo sombrero de Jay Kay, vocalista de Jamiroquai, quien siempre trae un atuendo diferente durante la cabeza en sus presentaciones.

 

 

En su breve visita a México, su segunda vez, fue invitado por Johnnie Walker a recrear el tradicional diseño de la marca: con tecnología, el hombre caminante se vistió de luces y movimiento. Hace dos años, como participante del Abierto Mexicano de Diseño, propuso un desfile de moda con piezas iluminadas.

El dominio de las tecnologías, sin embargo, llegó cuando, como recién graduado en ingeniería ingresó a Philips y se encantó con un proyecto que él transformaría en wearable tech, piezas usables tecnológicas, vistas pronto en artistas como Will.i.am y las bandas como Ok Go y Take That.

“Tengo estas dos vertientes muy diferentes en mí, por eso pienso que lo que hago podría llamarse ingeniería creativa”, resume Waldemeyer.

Reconoce que hoy en día el desarrollo de tecnologías es algo masivo, pero que en un pasado reciente la gente se espantaba con sus ideas.

“Fui consultor de Swarovski y me di cuenta que había un interés muy grande por la tecnología y en promover esa mezcla con el arte. En aquel entonces, 2004, era algo nuevo”, comenta. “Tuve suerte de empezar en este mundo con gente muy brillante, como Nadja (Swarovski, una de las directoras de la marca y jefa de diseño), con quien trabajaba directamente. Teníamos presupuestos enormes para crear.”

Los cristales fueron la obra prima para candelabros colgantes impresionantes que empleaban mecanismos eléctricos, presentados en la Semana de Diseño de Milán este mismo año y en otras exposiciones y sitios, como el London Design Museum, en 2012.

 

 

Sería el principio de muchas colaboraciones, las cuales, en común, tienen algo de impalpable, algo secreto: los algoritmos de Waldemeyer.

“La matemática loca siempre está presente, pero es igualmente importante que ella no aparezca. La ingeniería, la física, existen para causar la sorpresa, el encantamiento, para hacer que la gente se pregunte: “¿Pero cómo lo hizo? y quedarse maravillada. Si tuviera que empezar a explicarte aquí de cuentas y fórmulas, te quedarías dormida en un instante”.

Para la reciente atracción de Cirque du Soleil, la tarea fue difícil. “Querían un vestido que cambiara de color, pero sin usar LEDs, porque les parecía muy común”, recuerda. La solución fue una estructura cubierta de flores mecánicas coloridas. “La cantante que lo vestía apretaba un botón escondido y las flores, que tenían otro color en la parte de adentro, se abrían”.

El ingenio de sus creaciones llamó la atención de celebridades del medio musical, que luego lo descubrieron. “Es excitante que lleguen estas personas tan famosas y te pidan cosas, pero esto ya es casi un hobby, porque son trabajos únicos”, comenta, y no esconde que estos episodios le dieron muchas historias. “U2 me llevó a Barcelona, y pude ver el ensayo del concierto completo, con el estadio vacío, sólo para mí.”

 

 

Trabajar con Bono y U2 fue lo máximo. Son amables, respetuosos y súper interesados en ver qué les iba a hacer. Rihanna ya no tanto, es un poco rara.

 

 

Por su actual colaboración, con Jay Kay, tuvo otros privilegios. “Él me invitó a su casa, que es increíble en Londres, y pude escuchar el nuevo disco, que de hecho está casi listo y es muy bueno”.

Hoy en día, Waldemeyer vive en Londres en una casa de dos pisos, y el primero de ellos es su estudio. Cuando es cuestionado sobre si su casa es algo al estilo de los Supersónicos, muy futurista, él se ríe: “No, no, no soy así, creo que la única cosa más moderna que tengo es una impresora 3D”.

Sus impresiones de la Ciudad de México, en este punto, son sorprendentes. “Vi desde lejos unos edificios que me parecían muy modernos y diferentes, pero no me acerqué. Preferí salir y caminar por las calles, entrar a los mercados, ver la parte hasta menos desarrollada, porque siento que tiene mucha más vida. Muchos me dijeron que no lo hiciera, que era peligroso, pero no me sentí amenazado, al revés, me quedé encantado con los colores y su riqueza. Y uff... ¡la comida!”

 

Fotos: Sergio Bejarano y Cortesía