Perfiles

Entrevista: Javier Sordo Madaleno

El ejercicio arquitectónico en la familia Sordo Madaleno se ha mantenido por tres generaciones, pero nadie tiene garantizado el éxito y ellos lo saben. Menos aun cuando se trata de una empresa familiar, por eso durante 85 años los arquitectos Sordo Madaleno han alimentado esa pasión, placentera pero también demandante, de proyectar y desarrollar obras que quedan como referencia del lugar donde se encuentran.

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El ejercicio arquitectónico en la familia Sordo Madaleno se ha mantenido por tres generaciones, pero nadie tiene garantizado el éxito y ellos lo saben. Menos aun cuando se trata de una empresa familiar, por eso durante 85 años los arquitectos Sordo Madaleno han alimentado esa pasión, placentera pero también demandante, de proyectar y desarrollar obras que quedan como referencia del lugar donde se encuentran. Juan Sordo Madaleno fue el pionero y trazó el rumbo, edificó magníficas piezas que hoy siguen vigentes, dignas y como acertadas soluciones que han trascendido la modernidad.

 

Javier Sordo Madaleno siguió los pasos de su padre, pero definió a su manera lo que debía ser la construcción del espacio. Polémico, exigente y emprendedor logró que su arquitectura se uniera hábilmente a su talento como desarrollador, una decisión que ha mantenido con firmeza durante 30 años de trayectoria.

 

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“Cuando empecé a estudiar arquitectura era un pecado mortal ser un arquitecto que también pensaba en la economía o en aspectos comerciales. En esa época el arquitecto era un talento creativo, un artista que de un plumazo hacía una maravilla, sin dejar que nadie opinara al respecto”, recuerda Javier Sordo Madaleno, “pero hoy la arquitectura es un trabajo en equipo”.

Su padre tuvo esa visión que ahora comparte con sus hijos Javier, José Juan y Fernando. Como profesionales, siempre que recomiendan a un cliente invertir en algo es porque han encontrado una oportunidad bien documentada para que la obra sea un éxito, pero no sólo en la parte económica. Les interesa más que esa edificación sea valiosa como arquitectura.

 

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-Lo que viene: La fase 2 del centro comercial Antara-

“La efervescencia y trabajo que tiene actualmente la oficina ha hecho que realmente aprendamos muchísimo en diferentes áreas de todo el negocio de la arquitectura, y esto nos hace ser mejores arquitectos, más profesionales para entender los problemas desde todos los ramos. Toda mi afición y todo mi cariño siempre lo he tenido del lado de la arquitectura, de hecho, en mi día yo le dedico 80 por ciento del tiempo a la arquitectura, y 20 por ciento a lo demás. Realmente mi pasión es ver que a través de la arquitectura puedo ir resolviendo todo lo demás, porque si solucionas bien un proyecto arquitectónico el resultado final será como lo imaginaste”.

¿En esta nueva etapa desarrollas las obras junto a tus hijos?

Es una de las cosas que hoy más me mueve, es una maravilla tener a dos de mis hijos trabajando conmigo, y el tercero va empezando poco a poco, son dos arquitectos y un financiero. Es uno de los lujos más grandes de la vida, estar aquí con ellos, trabajar juntos, que aprendan el negocio.

 

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-Familia creativa. Fernando, Ana Paula, Javier, Javier, Ana Paula y José Juan Sordo Madaleno-

Me ayudan muchísimo porque cuando yo hacía mi labor de hijo, y mi padre vivía, era uno de sus críticos más fuertes, en el sentido de que tenía la confianza de decirle todo lo que los demás en el despacho no se atrevían. Ahora es al revés, mis hijos me exigen mucho y me dicen abiertamente lo que piensan, porque somos familia, colaboradores y socios. Al tenerlos cerca me dan ganas de seguir, es bonita esta etapa de acompañarnos mutuamente e ir evolucionando, de superar grandes retos, haciendo cosas con muchas restricciones, pero muy buenas.

¿Qué representa dirigir uno de los despachos más prolíficos de México?

Yo creo que las nuevas generaciones traen ideas frescas y te empujan, te retan para ver las cosas de otra manera, esto ayuda porque siempre evolucionamos.

Hoy siento que estoy en mi mejor momento como arquitecto, porque ya cometí muchos errores, aunque he tenido más aciertos.

 

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-Proyecto Andamar: Se edifica en Veracruz-

Pero a través del tiempo he aprendido a ir mejorando y cada día lo hacemos mejor, somos más profesionales. Incluso me atrevería a decir que hoy en México no hay un despacho que tenga más trabajo que nosotros. Pero eso nos trae una responsabilidad muy fuerte, porque son proyectos que van a marcar la trayectoria de mucha gente que los va a vivir.

¿Qué otras cosas valoras en los proyectos que son polos de desarrollo?

Me interesa que nuestra arquitectura permanezca en el tiempo. Por ejemplo, hay obras de mi padre que tienen 40 años o más, y hoy siguen siendo edificios muy buenos, como el Palacio de Justicia, San Ignacio, el edificio de Palmas 555.

¿Cómo ha cambiado tu arquitectura? Desde el Hotel Westin de Vallarta hasta los nuevos desarrollos comerciales de los últimos años.

Ha cambiado muchísimo porque la arquitectura a final de cuentas está relacionada y va dirigida a la sociedad, es parte de cómo interactúan las personas, usuarios y los diferentes edificios que diseñamos. Obviamente nosotros como mexicanos también hemos evolucionado, y cada día más porque tenemos la presencia tecnológica que nos deja ver qué pasa en todo el mundo.

 

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-En hotelería: Hyatt Playa del Carmen-

Una de tus grandes aficiones es la tauromaquia.

 

Mi afición por los toros, la parte taurina me ha llevado a tener mucha relación con países como España, porque además parte de mi familia es de allá. De alguna manera esa experiencia y cariño por la fiesta brava me ha llevado a ir a las ferias de Sevilla y Jerez, además de tener grandes amigos toreros como Enrique Ponce, El Juli o Manzanares.

Además, uno de los grandes retos que tengo en este momento es realizar un proyecto en España, es un momento difícil pero resulta interesante poderlo plantear.

Uno de tus hijos, Fernando, comparte esa afición y torea frecuentemente.

Sí, ya lleva toreando varios festivales, pero al verlo torear me pongo nervioso porque influye mucho el carácter tanto del toro como del torero que está enfrente. Hay toros que te imponen, hay toreros que se imponen, otros que no, saber lo qué pasará es lo más difícil y siempre hay riesgo. Pero Fernando practica mucho y lo toma muy en serio.

 

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-José Martínez Vértiz, Javier Sordo Madeleno, Eulalio López Zotoluco, Antonio Cosío, Emmanuel Acha y Ana Paula de Haro, esposa del arquitecto- 

 

¿Eres un padre comprometido y apoyas las decisiones de tus hijos?

He tenido mucha suerte, y también dicen que la suerte la reparten a las seis de la mañana, pero sí es un factor que influye mucho en la vida. Eso también me lo ha hecho ver la fiesta brava, incluso en la arquitectura también la necesitas, porque hay momentos, decisiones o acciones que te cambian la vida.

Yo creo que con mis hijos he tenido mucha suerte, por un lado les encanta lo que hacemos en el despacho, es una bendición, y en segundo lugar, te he de decir que soy bastante barco.

Porque recuerdo que con mi padre cuando se trataba de hacer algo a fuerza yo no caminaba, era difícil, y al final él también era barco porque no me obligaba, también debo de admitirlo. El “ser barco” es dar la libertad de hacer las cosas por convicción.

 

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Siempre he pensado que ellos tienen que fluir y aprender a ser responsables desde chicos. Cuando le tienes que decir a alguien “haz esto” o “no hagas aquello”, estás coartando su libertad y al final no hay esfuerzo por crecer.

Por ejemplo, cuando tengo una junta a las nueve de la mañana yo no les llamo para ver si ya vienen al despacho. Si no llegan a tiempo se quedan, pero se la perdieron, ellos toman sus decisiones.

Finalmente, como les gusta mucho lo que están haciendo, como a mí, no les cuesta trabajo tener responsabilidades.

Ya tienes un lugar en la historia del país, ya sea en lo empresarial o arquitectónica, pero ¿cómo te gustaría que te recordaran?

Me gustaría quedarme en la historia como alguien que le dio mucho a México, me encantaría que a través de mi labor, como el tema de los CRIT, que son probono, sea como trascendiera que aporté, que hice un esfuerzo.

 

Creo que todos tenemos la responsabilidad de dejar un mejor país del que recibimos cuando nos lo entregaron, y si cada quien en nuestro ámbito vamos poniendo un granito de arena tendremos un país del cual nuestros hijos y nietos estarán muy orgullosos, y ellos a su vez trabajarán para mejorarlo cada día más. Nada nos vamos a llevar de esta vida: lo importante son los momentos que tienes y compartes. Pero podemos dejar nuestro esfuerzo a alguien más