Perfiles

Cynthia Robleswelch: desde el estómago hasta el corazón

Con el proyecto La mamá de Rocco, aporta un granito a la sociedad mexicana

Uriel Trejo

El destino te lleva por caminos inciertos. A mí me llevó al periodismo de estilo de vida, donde trabajar es ¡todo un gozo!

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Mamá, periodista, productora y educadora alimentaria, ésas son algunas de las facetas de Cynthia Robleswelch, quien desde hace ocho años, cuando nació el pequeño Rocco, se dio a la tarea de compartir sus conocimientos sobre cómo podemos comer bien.

“Me dedico a trabajar con las familias el tema de la alimentación consciente, porque estamos en una etapa en México en la que la obesidad y otras enfermedades están totalmente relacionadas con lo que estamos comiendo”, de ahí el nuevo rumbo que ha tomado su vida a través de su proyecto La mamá de Rocco, que fusiona un blog con una serie de talleres y conferencias.

¿Cómo te involucras en el tema alimenticio?

Desde que tenía 14 años me diagnosticaron una enfermedad que se llama endometriosis, una enfermedad crónico-degenerativa que hace que tengas cólicos muy fuertes, incapacidad total y hemorragias, además de mal humor. Pasé una adolescencia un poco compleja y en mi época de universidad me operaron ocho veces de la matriz. Luego de que pasé por ocho ginecólogos, nadie me decía nada, mi estado anímico también estaba muy desgastado.

En la Asociación de Endometriosis conocí un doctor que lo primero que me mencionó fue la alimentación. Nací en Acapulco, pero estudié en Monterrey y las foráneas que no están acostumbradas a la cocina, ¿qué comen? Papas, pastelitos, que es lo más cómodo, pero nadie me decía que esto tenía que ver con lo que me estaba pasando. Hasta que el médico dijo que tenía que dejar todo esto o no iba a salir del quirófano. Fue un proceso largo en el que me quitaron lácteos, carnes, no soy vegana, ni vegetariana, pero me hice una desintoxicación, le ayudé a mi cuerpo.

En tres meses empecé a ver cambios súper significativos. Pasaron muchos años y me embaracé, aunque tenía todos los pronósticos en contra.

Cuando tuve a mi hijo en brazos pensé que no quería que pasara por esa ignorancia. Finalmente, ahora entiendo que mucho de mi enfermedad tuvo qué ver con mi estado anímico, pero también con lo que comí de niña. Mi mamá siempre estuvo en la cocina, pero a su vida llegaron los procesados y todo cambió. A raíz de encaminar a mi hijo, sus actitudes como pedir jitomate para su hot dog en una fiesta infantil llamaron la atención y mis amigas me pidieron que les dijera cómo le hacía. Abrí una fan page en Facebook para compartir información y de ahí me vinculé con organizaciones internacionales que promueven la alimentación consciente, consumo responsable, el apoyo a productores, el tema de la educación alimentaria en la familia, todo lo que deriva en vida y salud.

¿De qué trata La mamá de Rocco?

Es un blog. En él encuentras mi vida. Me ha costado mucho abrir la puerta de mi casa. Encontrarán recetas, muchas experiencias de madres que tienen las mismas inquietudes. Estoy mucho más enfocada a mamás, pero cualquiera puede entrar y recibir luz. A partir de ahí surgió un movimiento muy interesante de talleres y conferencias. También estamos trabajando en una certificación de educadores alimentarios y en la fundación de la primera escuela de educación alimentaria en México, no en nutrición, es distinto. Trabajo también con nutriólogas que tienen un sustento de información muy importante, pero acá es el tema de entender el valor del alimento. A los 30 años, por primera vez, conocí el cacao por una foto de un museo en París, fue una sorpresa y sentí que era mi derecho de conocerlo desde que era niña, porque el chocolate es algo con lo que creces y más porque es parte de tu identidad como mexicano. Fue ahí donde –todavía no tenía hijo– dije: “Tengo que hacer algo, que sensibilice a la gente”. Ahora trabajamos mucho con universidades, escuelas, primarias, con los maestros, porque no tienen idea de cómo involucrar a los niños. Ha ido creciendo, cuando empezó siendo algo pequeñito.

Ya hasta tienes un libro.

Sí. La Universidad Autónoma de Nuevo León me editó un libro, que es un cuento que le hice a mi hijo, pero que habla de todos los conceptos que ahora están escuchando los niños: el huerto, el vegetariano, el vegano, etcétera. Cosas con las que otras generaciones no crecimos o que no eran tan latentes en otras épocas y ahora están con todo esto de la salud.

Como padres y maestros tenemos que enseñarles qué es un pepino, una calabaza, un camote. Tenemos la responsabilidad de eso. La idea es dar herramientas a los papás, a los maestros, a las familias, para que le entremos a esta educación, porque los niños aprenden a través del ejemplo.

SOBRE MITOS

Hablemos de esas cosas que hacen que la gente no cuide su alimentación. ¿Comer saludable es caro?

Depende, se ha vuelto un estatus, pero en realidad no lo es. Si te vas a la canasta básica mexicana, un buen frijol y el maíz son alimentos que deberían ser económicos, pero que por los cambios e intereses de favorecer a la industria menos que a los seres humanos, son actualmente muy caros.

Ahora con todos estos términos de orgánico, biológico, la gente tiene miedo y dicen: “No, eso está carísimo y no lo voy a comprar”. Y sí, en el supermercado, las marcas orgánicas son carísimas, pero quizás no son ésas las que deberíamos de consumir, por eso tenemos que estar informados, leer etiquetas. Tienes que aprender a escuchar a tu cuerpo y alimentarlo de la forma correcta, porque el chiste no es comer muchísimo.

Comer saludable no es caro. La cosa es buscar la forma de que el alimento esté accesible. Tenemos que consumir las cosas hechas en México y en la medida que haya más demanda, más productos vamos a tener.

¿Comer saludable es comer desabrido?

Tenemos la idea de que comer grasa es malo y entonces somos la generación de lo light, pero tú sabes por qué necesitamos grasa, azúcar, sal... Tan sólo, la sal nos da minerales, la grasa nos ayuda a desarrollar el cerebro y el azúcar nos da energía. Lo que está sucediendo es que no estamos comiendo las grasas que debemos porque no están tan al alcance o porque nos han dicho que la manteca de puerco o la mantequilla son malas, porque en la industria surgieron las margarinas y todos estos inventos industrializados que obviamente no son los ideales.

Todos esos alimentos o productos son los que nos están enfermando. El azúcar es necesaria para que el cuerpo pueda funcionar, el tema es la cantidad que estamos consumiendo. Si no leemos etiquetas no nos damos cuenta de lo que comemos. La mayoría de los productos procesados traen azúcar, grasas trans y sal, porque esa es la combinación para que tu paladar tenga cierta adicción.

¿Por qué la gente no come saludable?

Es una cuestión de malos hábitos y todo tiene que ver con el factor tiempo. Te saltas los alimentos porque no te da tiempo, principalmente el desayuno. Es como ir evaluando cuáles son tus prioridades. Priorizamos para otros lados como el trabajo, porque quiero tener dinero para una casa, un auto, pero nuestro templo que es el cuerpo no lo cuidamos. ¿Qué tomaba la gente hace 50 años? Agua de bebedero, porque no existían botellas. Son cosas que han ido cambiando.

Además, si la botella de agua cuesta lo mismo que un refresco, pero éste sabe más rico, entonces mejor compramos el segundo. No hacemos esta reflexión de qué es lo que le pasa a mi cuerpo cuando me tomo dos o tres refrescos a la semana o al día. Sólo es cuestión de analizar lo que comemos.

 

 
Fotos: Ana Lilia Rodríguez