Stories by Sofía: Hay que aprender a decir que no

El otro día me dijeron que a veces soy muy directa o demasiado dura en mi forma de hablar. Hace tiempo me di cuenta de que aprendí mal eso de ser cortés. Me enseñaron equivocadamente en la escuela porque quizás mis profesores no sabían que “NO” es una oración completa.

¿Te has puesto a pensar en quécantidad de situaciones incómodas nos metemos las mujeres por miedo a decir “NO”, por miedo a parecer groseras  o maleducadas? Doy gracias de que realmente mi “educación” nunca me puso en una situación peligrosa, pero sí he estado incómoda demasiadas veces. 

No recuerdo exactamente cual fue la que me obligo a poner el punto final a eso de ser cortés. Quizás en alguna ocasión en la que alguien me estaba ligando y aunque sentía cada célula de mi cuerpo rechazándolo no quise parecer grosera y le sonreí mientras sufrí cada instante de la plática, quizás la vez en la que se organizó un photoshoot para una revista y, a pesar de que algo no me cuadraba, accedí a ir, a lo mejor y fue aquella vez en la que me invitaron a ser madrina de un equipo de deportes y por pena de verme diva no puse mis términos y condiciones y después todo salió mal. En fin, no sé en cual de todas estas ocasiones fue que puse un punto final.  

Lo que sí sé, es que la suma de ellas me han comprobado, una y otra vez, que dar un “NO” fuerte y claro te puede ahorrar muchos dolores de cabeza. Entre más leo y estudio sobre el feminismo y las estadísticas que diferencian la manera en la que la sociedad percibe a los hombres y a las mujeres, más lastima siento por mi género.

Las mujeres nos hemos achicado a tal grado que ya permitimos que el miedo a ser juzgadas negativamente predomine sobre nuestros instintos. A todas nos ha pasado que después de vivir una experiencia nada padre pensamos: Sabía. Sentí que no tenía que ir, sabía que no tenía que estar allí, pero aún así estabas. ¿Por qué?

Leyendo unos estudios que realizó una universidad norteamericana en un grupo de personas, descubrí que la sociedad (hombres y mujeres) percibe a un hombre decidido, directo y fuerte como un líder. Por lo contrario, una mujer que es directa, fuerte y ambiciosa es percibida como una perra, cabrona o arpía.

¿Por qué será que esas mismas características que vibran positivamente en los varones adoptan una connotación negativa al ser encarnadas por una mujer? Toda la vida nos han enseñado a ser lindas, educadas, unas damas frágiles y bellas, pero el estereotipo de la mujer está cambiando.

A Dios gracias cada día evolucionamos y vamos convirtiéndonos en mujeres con voz, con desición, sin miedo a decir que NO, sin miedo a parecer groseras, sin miedo a no ser frágiles, sin miedo a no ser damitas. Cada mujer evoluciona, cambia y aprende a su propio ritmo, y eso es muy respetable. Con esta entrada yo no busco convencer a toda mujer de ser como yo, ni volverlas unas revoltosas, ni unas rebeldes.

Tampoco busco hacer sentir que los hombres se sientan excluídos, claro que no, es algo que sólo sufre ése genero, pero sí es cierto que es mucho más común entre nosotras. Lo que busco es que todos y todas podamos hacer un pequeño trabajo de introspección y evaluar cuántas veces nos hemos puesto en posiciones vulnerables por pena a ser groseros y revaluar cuántas de ellas nos pudimos haber ahorrado con un simple NO.

Te invito a darte a la tarea (porque verdaderamente es un reto al principio) de comenzar a pasar por varios filtros cada petición, cada invitación, cada favor que alguien te pide o cada compromiso al que alguien te invita y a ejercer tu derecho y tu capacidad de decir NO cuando algo no te vibre, no se te antoje o sencillamente no quieras. Es una tarea que me costó trabajo al inicio, pero hoy, escupo NOs como si a eso me dedicara y ¡me siento increíble! Pruébalo y me avisas cómo te va, ¿va?

Fotos. Especial

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